Sánchez y el PSOE son un peligro para España.
Hoy, los españoles ya no somos iguales ante la ley.
El jefe de los socialistas maniobra para acabar con la independencia de los jueces y vulnera la Constitución.
Y para seguir durmiendo a pierna suelta en La Moncloa, en ese colchón que corrió a comprar con Begoña cuando derrocó a Rajoy compinchado con proetarras y golpistas, ha alquilado los votos de los enemigos de la Patria, pagándoles con impunidad judicial.
Esto no es algo que me saque de la manga, para montar uno de mis sermones. Es lo que repite Abascal como una letanía y he oído decenas de veces al propio Feijóo.
No hay que ser un lince para concluir que, si el panorama político pinta tan tenebroso, no caben paños calientes, ni componendas, ni medias tintas.
La única alternativa decente es una oposición frontal y sin fisuras.
Creo que VOX esta en esa línea y que en el PP, a pesar de los cantos de sirena de los que aconsejan siempre ‘moderación’ y ‘buenos alimentos’, se han terminado imponiendo los partidarios de ir sin titubeo a la batalla.
El centroderecha, en bloque, debe dificultar por todas las vías políticas a su alcance la supervivencia del Proyecto Frankenstein 2.
Tiene que trabajar sin descanso para que el Gobierno Sánchez viva maniatado en el Parlamento.
El PSOE es rehén de sus pactos con Junts, Bildu, PNV, BNG, Podemos y Sumar. No puede dar un paso sin el permiso de todos los integrantes de la cuadrilla de maleantes y hay que hacérselo pagar, poniéndolo en evidencia día y noche.
No es tiempo de pactos cosméticos, fotos bonitas, acuerdos ‘posibilistas’, apelaciones al PSOE ‘sensato’ y chuminadas por el estilo.
Tampoco de codazos y pellizcos de monja entre VOX y PP.
Es tiempo de lucha, de hace sudar tinta a Sánchez y de dejarlo en manos de Puigdemont, Junqueras, Otegi y el pesetero PNV, para que no le quede otra que volver a convocar elecciones.
Es triste decirlo, pero cuanto mayor sea el caos en el escenario político, mejor para España.