Alfonso Rojo: “Debo ser raro, porque los etarras me parecen basura y no me metieron mano los curas”
  • el año pasado

Hoy hacemos una excepción. Voy a intentar no hablarles de las traiciones de Sánchez, de las ignominias del PSOE y ni siquiera de los delirios de Podemos.
Este 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara, patrona de la Artillería y de los mineros y aniversario del nacimiento de Franco en el Ferrol allá por 1892, cumplo exactamente 71 años.
Y llegado a esta fase de la vida en la ya has asumido que no eres eterno y que tampoco falta tanto para que te convoquen al Valle de Josafat, a rendir cuentas ante el Altísimo, quizá no esté de más hacer balance.
Miro alrededor y a botepronto, lo primero que se me ocurre es que soy un excéntrico, una ‘rara avis’.
Para empezar, siempre he sido bastante feliz.
Lo fui de niño, como el mayor de nueve hermanos en una familia ‘normal’, lo fui en el colegio a pesar de que el internado de los Jesuitas no era precisamente un balneario, lo fui hasta en la mili, lo fui en la Universidad y lo he sido después, como varón, como amante, como marido, como padre y como reportero en muchas décadas de periodismo de combate.
Al citar el colegio se me olvidó puntualizar que a mí no me sodomizaron los curas.
Ni siquiera me metieron mano, que es por lo visto lo que les pasó a la inmensa mayoría de mis colegas, aunque si lo que cuentan es tan cierto como estuvieron en la guerra de Bosnia o que fueron recios opositores al franquismo, habrá que coger esos testimonios con pinzas.
Recalco lo de la felicidad, porque echas un vistazo a la política, al periodismo, a la judicatura o a cualquier otra parcela de España y resulta inevitable la impresión de vivir en una sociedad de amargados y amargadas, tarados y taradas.
¿No hay que estar enfermo para promocionar, como se ha hecho desde la Generalitat de Cataluña un manual que promueve la masturbación entre críos de 3 años, el consumo de pornografía entre niños de 8 años y el sexo oral entre adolescentes de 12 años?
¿O para apoyar desde un Ministerio las relaciones sexuales entre niños y adultos?
¿O para proteger legalmente con más vigor el huevo de aguilucho que el feto humano?
¿O para considerar al etarra Otegi un hombre de paz y abrazarte a los asesinos de tus compañeros de partido?
¿O para pensar que la familia es un infierno donde los maridos se pasan la existencia dando palizas a sus esposas y abusando de sus hijos?
¿O para dar por supuesto que todo hombre es un violador en potencia y que el piropo, el ligue y el folleteo son costumbres perversas?
Cuando escucho lo que dicen tipas como Irene Montero y otros miembros del Gobierno hasta me dan pena.
¿En qué casas vivieron? ¿Qué padres tuvieron? ¿Con que novios se han cruzado? ¿Dónde han estado metidos?
Podría seguir así, enumerando detalles que refuerzan la tesis de que soy una ‘rara avis’, porque me he cruzado en la vida con unos cuantos hijos de puta, pero siempre han primado los buenos.
Por tener, he tenido una madre estupenda, que leía y opinaba. Una madre a la que nadie golpeaba, que pilotaba su vida, era independiente y que a los 71
Recomendada