Alfonso Rojo: “Portazo a Feijóo de los meapilas PNV, trampa de Puigdemont a Sánchez y elecciones”
  • hace 9 meses
No suelo acertar.
Estoy convencido de que Dios creo el Periodismo y en concreto la figura del ‘reportero audaz’, pensando en mi, pero contrapartida no me dio el mínimo talento para los negocios o la adivinanza.
A pesar de eso, voy a arriesgarme: vamos a elecciones generales, otra vez.
Confío en que malandrín Sanchez no las fije en Nochebuena, pero según mis cálculos serán hacia Navidades.
¿Por qué les digo esto?
Pues porque estoy seguro de que Feijóo no logrará ser investido presidente y de que al socialista Sánchez, que se las promete muy felices, se le caerá el tenderete.
El PP, que sumando sus 137 diputados a los 33 de VOX, el de UPN y el de Coalición Canaria reúne 172 escaños, confiaba en que el PNV le prestara sus 5 escaños para superar la mayoría absoluta y meter a Feijóo en La Moncloa.
El portazo, tan sonoro como previsible, de los meapilas vascos, echa por tierra el plan y aunque disimulan, ha dejado desolados a los populares.
Esta feo que lo diga, porque me llevo bien con Feijóo y creo que sería un buen presidente, pero me he alegrado.
Y fundamentalmente porque el PNV es un partido amoral y atocinado con el que no se puede y sobre todo no se debe, ir ni a recoger billetes de 500 euros.
No voy a bucear en sus turbios orígenes, ni en la condición de xenófobo, racista, nazi y machista de ese siniestro Sabino Arana al veneran como fundador.
Tampoco en su criminal cobardía durante la Guerra del 36.
Para sentir arcadas, basta repasar el vil comportamiento de los peneuvistas con las víctimas del terrorismo y rememorar la ‘filosofía’ del exjesuita Arzallus, quien afirmó a propósito de los asesinos de ETA que ‘unos agitan el árbol y otros recogen las nueces’.
Desde entonces, la esencia de la política del PNV se resume en un mezquino ‘¿qué hay de lo mío?’.
Al otro lado del mapa, en la derecha catalana de toda la vida, donde según los paniaguados también debería ‘sondear’ Feijóo en busca de apoyos, no hay sangre pero si mucha miseria moral.
Quizá sepan que, tras crear Felipe González el galardón, se otorgó la Orden del Mérito Constitucional, que premia los servicios a la Constitución española y sus principios, al ínclito Jordi Pujol.
Ese premio sólo es un botón de muestra de la persistente claudicación con que los presidentes, que ha tenido España desde que se murió Franco, han enfocado el ‘asunto catalán’.
Desde el corrupto Pujol hasta el prófugo Puigdemont, a quien la miopía del electorado y la desvergüenza de Sánchez otorgan ahora, nada más y nada menos, que la facultad de designar al próximo inquilino de La Moncloa, todo ha sido ir cuesta abajo y sin frenos.
Si queremos que España siga siendo España, no se puede seguir haciendo el panoli y cediendo, en aras de la gobernación, al chantaje constante de los secesionistas burgueses periféricos.
Sánchez, ayudado por LaSexta, RTVE, El País, Cadena SER y todo el ‘pesebre’ mediático que hablan de ‘coalición progresista’, intenta juntar a sus exiguos 121 diputados, los 31 chavistas de Sumar, los 6 e
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