Alfonso Rojo: “La bondad de Carlos Herrera, la caradura de Margarita Robles y el contingente de tontos españoles”
  • hace 2 años
Hace tiempo que no consumo basura televisiva.

No me refiero exclusivamente a los ‘Sálvame’, ‘Gran Hermano’ o ‘Supervivientes’, sino al conjunto de la inmundicia informativa que las cadenas públicas, las subvencionadas y las mediopensionistas suministran al personal.

Ni noticieros infames, ni tertulias petardo, ni programas timo.

Sólo deportes, series de intriga y ocasionalmente, el parte meteorológico.
Con la radio soy un poco más laxo y todos los días, desde antes de que amanezca hasta eso de las 10 de la mañana, sintonizo a Carlos Herrera en la COPE.

Hoy tuvieron de invitada de relumbrón a la socialista Margarita Robles, todavía ministra de Defensa de España y les confieso que pase vergüenza ajena.

Carlos Herrera, que es un hombre benigno, benevolente y proclive a la clemencia, nunca muerde a sus entrevistados. Sean del color que sean, les permite explayarse y soltar sus milongas, sin repreguntas capciosas o puntualizaciones crudas.

Pero como sería la cosa con la tal Robles, que saturado de escuchar memeces, mentiras y paparruchas, ya al final, cuando a la ministra de Sánchez se le acababa el resuello y repetía como una cotorra que es jurista, al bueno de Herrera no le quedó otra que soltar a media voz un lacerante “qué me estás contando Margarita”.
Porque la tal Margarita, a la que los periodistas pintan como un dechado de patriotismo y honestidad, es una caradura de tomo y lomo, que se aferra como percebe al cargo, está dispuesta a tragar lo que sea, sigue diciendo que no cesó a la directora del CNI, miente más que habla y es responsable colegiadamente, como todos sus compadres del Consejo de Ministros, de los apaños con los asesinos ETA, del indulto a los golpistas catalanes, de los ataques al Rey, de la perversión educativa y de todas las indignidades que perpetra su jefe Sánchez.
En la guerra, en el Periodismo y por lo tanto también en la Política, todo lo que puede salir mal, sale mal. De acuerdo con ese siniestro principio, no habría que descartar, por tanto, que, a finales de 2023, el PSOE y sus cómplices sumaran mayoría en las urnas.

Pues va a ser que no. No lo digo ya por las últimas encuestas, que vaticinan un triunfo clamoroso del centroderecha en Andalucía y un ascenso contante de Feijóo. Ni siquiera por los penosos datos económicos, según los cuales vuelve a subir el IPC y se coloca ya en el 8,7 por ciento.

Ni siquiera porque el Banco Central Europea vaya a dejar de comprar deuda española.

Lo dijo, porque es materialmente imposible que en España haya un contingente tan grande de tontos, dispuesto a volver a votar a favor de esta banda de ineptos, sectarios y estafadores.
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