Alfonso Rojo: “De piquetes, cabreos, un Gobierno ineptos y la desquiciada censura antirrusa”
  • hace 2 años
Hoy vamos de mamonadas, indignidades, cobardías y contradicciones.
El Gobierno Sánchez intenta hacer frente a la huelga de los autónomos del transporte, acusándoles de ser de ‘extrema derecha’ y lanzando contra ellos en masa a la Policía Nacional.

Siempre he sostenido que eso del ‘piquete informativo’ era un sarcasmo, porque de lo que te suelen informar sus forzudos protagonistas es si te rompen el parabrisas o el cristal de la ventanilla, o dónde te darán un mamporro o una pedrada, si decides obviar sus presiones y entrar a trabajar, a estudiar o a lo que sea.

Dicho esto, no fuimos nosotros sino el podemita Pablo Iglesias quien escribió en 2012, cuando los camioneros le incendiaban las carreteras a Rajoy, que sin los piquetes no hay democracia. Tampoco fuimos nosotros quienes despenalizamos sus coacciones.

Cuando los huelguistas, que reparten estopa, revientan cristales y rajan neumáticos, son de UGT o Comisiones, para Sánchez y sus compinches, son buenos.

Si no están rumiando en el pesebre oficial, como pasa ahora, se transforman automáticamente en ‘peligrosos fascistas’.

Este domingo, 20 de marzo de 2022, se manifiestan en Madrid agricultores y ganaderos, arruinados por la ineptitud y la negligencia del Gobierno socialcomunista, y serán acusados por TVE, LaSexta, Cadena SER, El País y los tertulianos de la Brigada Pedrete de estar al servicio de la extrema derecha.

Nosotros acudiremos a la marcha, que empieza a las 11 de la mañana en Atocha, frente al Ministerio de Agricultura, así que todos, incluidos los de Periodista Digital, seremos etiquetados como ‘ultras’.

Vamos a las mamonadas, indignidades y cobardías. Y a propósito de la guerra en Ucrania.

Los alemanes, que siguen comprando gas ruso para no pasar frío y pagan cotidianamente 800 millones al Kremlin, han decidido despedir a Valery Gergiev como director de la Filarmónica de Múnich, porque no condena a Putin.

El Carnegie Hall de Nueva York, la Filarmónica de Viena y la Scala de Milán han hecho algo parecido, incluyendo entre los vetados al pianista Denis Matsuev.

En Grecia han cancelado El lago de los cisnes, a cargo del Teatro Bolshoi y en Estados Unidos han despedido a la soprano Anna Netrebko de la Ópera Metropolitana de Nueva York.

Medveded, Rublev y el resto de tenistas rusos solo podrán jugar Wimbledon 2022 si se oponen públicamente a Putin.

Las millonarias multinacionales de Internet, las mismas que permiten tener cuenta abierta a asesinos etarras y torturadores chavistas, han bloqueado medios de comunicación como Sputnik o Russia Today.
Y aquí en España, en Universidades como la de Valencia, se expulsa a los estudiantes rusos y se hostiga a los chavales para que abandonen sus programas Erasmus.

En este país de pusilánimes y reflejos ovinos, no descarten que en breve se prohíba interpretar música de Shostakovich, Stravinsky, Tchaikovsky o Rimsky Korsakov, o estigmaticen leer a Dostoyevski, Gogol o Solzhenitsyn.
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