7.- Betrayed by a Handprint (La huella delatora) [1908]

  • hace 3 años
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La Sra. Wharton, una viuda elegante, da una fiesta en su hermosa villa en honor a la presentación de un hermoso collar de diamantes por parte de su prometido. Durante el transcurso de la noche participan varios de los invitados, entre los que se encuentra Myrtle Vane. La señorita Vane está teniendo mala suerte en el juego y la señora Wharton le aconseja varias veces que desista, pero sigue jugando con la vana esperanza de que la fortuna se torne favorable, hasta que por fin, en el extremo de la desesperación, lo apuesta todo y pierde. La vergüenza y la desgracia la miran a la cara. ¿Qué puede hacer para recuperar su fortuna? Entre los invitados se encuentra el profesor Francois Paracelso, un eminente quiromántico quien, por supuesto, es reclamado para leer las palmas de las manos de los presentes. Se prepararan hojas de papel y cada uno imprime su mano en una hoja para ser leída por el erudito adivino en su tiempo libre y así quedan en la mesa del salón. Todos se retiran a los apartamentos que les asignó la Sra. Wharton, pero parece ser una noche de insomnio para Myrtle que sufre una agonía mental, hasta que el pensamiento del collar pasa por su mente. Oh, si ella solo poseyera ese tesoro, todo iría bien. Cuanto más piensa en ello, más inconquistable se hace su codicia, hasta que la inimitable determinación de conseguirla se apodera de ella, pero ¿cómo? Entrar en su habitación por la puerta no solo despertaría a la anfitriona, sino también a los invitados. Sólo hay un camino, por la cornisa, y esta empresa es decididamente peligrosa, porque significa que debe recorrer deslizándose una distancia de seis metros por el estrecho borde que hay entre su ventana y la de la señora Wharton y un pequeño paso en falso provocaría la muerte si llegase a caer. Pero realiza el viaje sin contratiempos, entra en la habitación y busca silenciosamente en la parte superior de la cómoda, encuentra el collar y regresa a su apartamento. Ahora a esconder las joyas. Se le ocurre una idea ingeniosa. Corta en dos una barra de jabón y, ahuecándola, coloca el collar dentro y une las partes. Mientras tanto, la Sra. Wharton, despierta de su sueño, mira intuitivamente buscando sus diamantes, pero descubre que no están. "¿Qué es esto? ¡Una pista!" Sobre la cómoda hay una hoja del papel del quiromante en la que hay impresa la huella de una mano. Va al salón para comprobar a quien pertenece. Ahí está, y firmada por "Myrtle Vane". A la habitación de la señorita Vane va la furiosa señora Wharton, y durante la escena que transcurre el jabón se cae de la mesa y se rompe, dejando al descubierto el collar, al mismo tiempo que condena a la pobre joven. Tras la recuperación de sus joyas, la ira de la Sra. Wharton disminuye y se inclina a ser caritativa con la desafortunada joven arrodillada a sus pies, por lo que no solo la perdona, sino que insiste en ayudarla económicamente.