El socialista Sánchez ha decidido hacer trampas en las elecciones de 2023. Como suena. El líder del PSOE y sus compinches se han puesto, con un frenesí digno de una ‘maruja’ en rebajas, a comprar votos. Al estilo peronista. Les importa un comino las arcas públicas o endeudar hasta el ombligo a generaciones de españoles, porque la simple perspectiva de perder el Falcon, los cargos, los sueldos y los enchufes les pone los pelos de punta. Me acabo de enterar de que Sánchez ha asignado otros tres millones de euros, a fichar cincuenta ‘asesores’ suplementarios, que se sumarán a los 2.000 que ya tienen La Moncloa y aledaños. Desde que llegó al poder, Sánchez se ha gastado de nuestro dinero más 400 millones en propaganda y se reserva otros 80, sacados de los presupuestos, para comprar periodistas, fidelidades televisivas y opiniones favorables en los meses que restan hasta las elecciones generales. Lo asombroso es que con tanto dispendio, el amigo de los proetarras de Bildu y de los golpistas catalanes no remonte en los sondeos. Sale hoy una encuesta de NC Report en La Razón, según la cual el centro-derecha -es decir PP y VOX- sacarían mayoría absoluta, con más de 180 diputados. Más o menos lo que pronosticaba la de de Target Point para El Debate del fin de semana. ¿Puede darle un vuelco Sánchez a la situación política en el año que resta? En las últimas generales, las de noviembre de 2019, el líder socialista se envolvió con toda la caradura en las banderas de España y de la moderación. Estafó a la ciudadanía prometiendo traer a Puigdemont por una oreja, no gobernar jamás con Podemos y endurecer la legislación contra el separatismo. Con esa remesa de trolas logró 120 diputados, que sumados a los de Podemos, Bildu, ERC, PNV, Compromis y otras excrecencias, le permitieron meterse a dormir en La Moncloa. A pesar de lo incauto que puede ser el votante español y de lo proclive que es a tragarse mentiras e incoherencias, no parece que esa táctica pueda volver a funcionarle a Sánchez. Lo único que le resta es subir la tensión, polarizar la sociedad, soltar agüitas y llamar al guerracivilismo, pero me da que Pedro y Begoña terminan 2023 haciendo la mudanza.