En la política las caras lindas, apellidos, universidades, padrinazgos y buenas intenciones no aseguran nada: el que no tiene gracia, don de gente, o mínimo de caer bien, ni con todo el aparato gubernamental, ni con la aplanadora de bots, ni con todos los millones para Meta, portadas de revistas, espectaculares y spots taladrantes podrán engañar al ciudadano de neta. Se comprueba una vez más que ni con todo el dinero invertido en pauta en redes, se logrará el objetivo de ser reconocido, o al menos memorizado en las mentes del ciudadano promedio, que ve lejanos a los que se dicen gobernar, a pesar del pago por aparecer a diario en cada red social.