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  • 8/6/2025
Existe un lado que no advertí en ninguna de las merecidas elegías a Edith González, el de la intelectual con un perfil social preocupado por el futuro de México

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00:00No son pocas las elegías que se dieron sobre Edith González luego que falleciera a los
00:1754 años el pasado jueves tras una larga afección de cáncer. Quienes no la conocieron más
00:23allá de sus magistrales interpretaciones como una de las grandes divas de las telenovelas
00:28en México pensarán que los elogios son los que generosamente se abonan siempre sobre la
00:33memoria de quien se va. Pero lo que se dijo sobre la güera fue de sobra cierto. Era un ser luminoso,
00:39radiante, hermosa física y espiritualmente con un singular don de la amistad. Edith tenía ese
00:45destello que brillaba en sus ojos para reflejar lo que se llama Lost for Life, esa pasión por la vida,
00:51y se empeñaba en hacerlo sentir en toda aventura que emprendía. Existe sin embargo un lado que
00:57no advertí en ninguna de las merecidas elegías a quien falleciera tan anticipadamente después de
01:03telenovelas como Corazón Salvaje, aquella memorable actuación que le dio proyección mundial. La conocí
01:09en el año 2000, a mi paso por la vicepresidencia editorial de Televisa. Y para mi sorpresa, detrás
01:15de aquella mujer histriónica se escondía otra mujer, la intelectual y socialmente preocupada por
01:21los grandes problemas de México. No era una inteligencia de pose ni de fachada, como tampoco
01:26era una simple cuestionadora de lo que se repetía superficialmente en las mesas de los cafés
01:32políticos. Más allá de aquella aventurera dueña de la escena, la güera era una aventurera del
01:38pensamiento progresista que tenía inoculado ese virus de la inquietud política. Edith poseía la
01:44capacidad de asombro y la capacidad de indignación frente a la injusticia, dos virtudes poco identificables
01:50en alguien que se mueve y destaca en el mundo de la frándula. Y no era para menos. Me asomé
01:56a su cepa social en una comida con su madre, doña Ofelia Fuentes, en donde conocí que Edith
02:02creció en el seno de una familia de luchadores sociales de sindicalistas. No era difícil pensar
02:07que abrevó el debate y su pasión política de aquellas tertulias en las que su padre, don
02:13Efraín, o su hermano, Víctor Manuel, debatían sobre los desequilibrios sociales de nuestro país.
02:18A contracorriente del cliché que su porte y su belleza proyectaban, Edith no era una diva
02:23superficial, sino un ser humano preocupado de verdad por el destino al que se iba conduciendo
02:28México. Hablamos interminablemente en los días de aquel descalabro electoral del 2006,
02:34cuando Andrés Manuel López Obrador se le escamoteó la elección presidencial. Su indignación y su
02:40coraje eran reales, nada actuados ni fingidos. En no pocas ocasiones sus ideas se unieron a mis
02:45inquietudes periodísticas para producir alguna reflexión sobre algún tema del momento,
02:51en un escrito o en un video. Decía que le habría gustado ser periodista para exponer lo que veía
02:56en su mundo y que tanto le marcaba el alma. Pero salvo por un paso efímero por las páginas del
03:01Universal, su sueño quedó truncado. El tiempo de los reflectores y de la fama primero y de su
03:07enfermedad después la consumían. Celebré la llegada de su hija Constanza para redondear su vida,
03:13al igual que su matrimonio con Lorenzo Lazo Margaen, a quien siempre consideré un hombre a su altura,
03:19quien sin duda y a pesar del difícil trance de su enfermedad que la enfrentaron juntos,
03:24le dio los mejores años de su vida. Por eso quise hoy mostrar ese rostro social de la otra Edith,
03:29no el de Blanca Vidal ni el de Salomé, sino al corazón salvaje que se indignaba frente a la
03:34injusticia, a la aventurera que dondequiera que esté, estará poniendo en duda lo que suceda en
03:40aquel status quo.

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