En Ferrari, el concepto de emociones al volante, durante la fase de desarrollo del 296 Speciale, se refleja en función de cinco parámetros objetivos: aceleración lateral y longitudinal, cambio, frenada y sonido. Lateral significa la respuesta a los mandos del volante, en concreto la sensación de preparación y apoyo de la zaga asociada a la facilidad de su conducción al límite. La longitudinal se caracteriza por la respuesta del acelerador y el crecimiento de la aceleración longitudinal a medida que cambia el régimen del motor. El cambio de marchas se mide por la sensación percibida por el piloto en cada cambio de marcha (tiempos de cambio, sensación de progresión dada por la caja de cambios). El frenado se caracteriza por la sensación de control asociada al pedal de freno en términos de recorrido y respuesta, conceptos que se traducen en eficacia y modulabilidad de la acción de frenado. Por último, el sonido se percibe como el nivel unido a la calidad y progresividad del sonido en el habitáculo a medida que aumentan las revoluciones del motor. Para aumentar en todos estos parámetros las prestaciones del 296 Speciale con respecto al coche en el que se basa, la reducción de peso fue uno de los temas prioritarios en su desarrollo. Los ingenieros de Ferrari utilizaron todos su know-how en competición para introducir soluciones y materiales ligeros como el titanio y la fibra de carbono (incluyendo, por ejemplo, la posibilidad de configurar su 296 Speciale con parachoques y capó en este material) con el objetivo de reducir el peso del 296 Speciale en más de 60 kg en comparación con el 296 GTB, y con un efecto claramente perceptible en la agilidad y la capacidad de respuesta. La contención de masas afectó tanto al motor como a la carrocería y al interior.