La inflación en Argentina ha sorprendido con un índice del 2,4%, ligeramente superior al registrado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este aumento ha afectado el consumo, especialmente en supermercados y autoservicios, donde las ventas han caído hasta un 12,8%. Los consumidores han cambiado sus hábitos, optando por productos más económicos como el pollo y segundas marcas. La carne y otros alimentos básicos han experimentado significativos incrementos de precio, lo que ha llevado a una desaceleración del consumo general. El impacto se siente también en farmacias y otros sectores minoristas.