Entre 1900 y 1910, Copenhague, la vibrante capital de Dinamarca, vivió un período de transformaciones extraordinarias que marcarían su desarrollo urbano y cultural. Durante esta década, la población de la creció considerablemente, impulsada por la industrialización y la urbanización. Este crecimiento demográfico generó una demanda creciente de viviendas, lo que llevó a un florecimiento en la construcción de nuevos edificios y barrios.
La arquitectura de Copenhague comenzó a reflejar las influencias de estilos internacionales, combinando la tradición danesa con las tendencias modernas de la época. Proyectos emblemáticos surgieron, ofreciendo una nueva cara a la ciudad y atrayendo a artistas, intelectuales y trabajadores de diversas partes del mundo. La vida cultural tambiénció, con el establecimiento de instituciones educativas y artísticas que promovieron la creatividad y la innovación.
Las infraestructuras mejoraron notablemente, con el desarrollo de tranvías y nuevas vías de comunicación que facilitaban el desplazamiento de sus habitantes. Además, el crecimiento económico permitió que más ciudadanosedieran a un nivel de vida, fomentando un ambiente de dinamismo y progreso. En este contexto, Copenhague se consolidó como un centro europeo de cultura y modernidad, sentando las bases para su desarrollo en el siglo XX. Esta década fue, sin duda, un período clave que transform a Copenhague en la metrópoli que conocemos hoy.