Confianza y precisión. Eso es lo que me vino a la mente después de realizar la primera pasada con el Opel Astra.
En ese primer intento tiré uno de los conos, y por eso no se puede dar por válido. Sin embargo, la mejor tentativa con éxito fue sólo un poco más despacio, a 76 kilómetros por hora.
Es un dato normal tirando a bueno y claramente mejor del que obtuvimos con el Peugeot 308 Hybrid de la generación actual. Es cierto que no son vehículos completamente comparables, pues aunque parten de un mismo desarrollo, el Peugeot es más pesado al ser la versión híbrida enchufable. Y ese peso se acaba notando. El Opel cambia de dirección con más agilidad.
En todos los intentos que hicimos con el Opel Astra, incluso a velocidades más altas, las reacciones fueron prácticamente calcadas. El coche no se descolocó en ningún momento, y las ayudas electrónicas a la estabilidad hicieron su trabajo correctamente, sin frenar en exceso al vehículo y de una forma casi transparente para el conductor.
Eslalon
En el eslalon también me sentí muy cómodo con el coche, su dirección y sus reacciones. Los cambios de apoyo fueron ágiles y no tuvo un mal gesto en ningún momento. El tiempo resultante no fue especialmente veloz, al menos en parte debido a que es complicado salir desde parado con mucha aceleración.
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