At the Altar (en el altar) [1909]

  • hace 3 años
En una pensión italiana los huéspedes masculinos está fascinados con los encantos de Minnie, la hermosa hija de la casera, pero ella tiene una mentalidad poética y su alma se eleva por encima del plebeyismo y sus aspiraciones son más románticas. El más persistente entre sus pretendientes es Grigo, un tosco siciliano, cuyos avances la resultan odiosamente repulsivos. La llegada a la pensión del viejo país de Giuseppe Cassella, el violinista, llena el vacío en su corazón anhelante. Romántico, poético y talentoso músico, Giuseppe era de hecho un marido deseable para Minnie. Todo esto, por supuesto, llenó a Grigo de un amargo odio y jura venganza que trabajará con extrema sutileza. Todos los preparativos para la boda están hechos, y cuando llega el día Grigo está listo para la ocasión. Ha ideado una trampa infernal con una pistola dispuesta de manera que cuando se dispare signifique la muerte para cualquiera que esté frente a ella. La pequeña iglesia está siendo decorada en honor a la boda y Grigo, con un subterfugio, logra sacar al sacristán, quedando solo en el lugar. Haciendo un agujero delante del escalón del altar, coloca su arma en una posición tal que un paso adelante del sacerdote significaría la muerte para la novia arrodillada delante. Grigo se apresura a ir a su habitación, llegando justo cuando los invitados, junto con los novios, acuden a la iglesia. Grigo se convierte en víctima del frenesí de su mente, y apreciando el hecho de que la terrible hazaña que ha cometido y que su desenlace será inevitable, escribe una nota de regodeo toma un veneno. Su caída es escuchada por la criada, quien, al descubrir la nota, se la entrega a un policía que se apresura en loca carrera hacia la iglesia. El destino, sin embargo, parece conspirar y el oficial cae y se rompe el tobillo justo afuera de la iglesia. Un vendedor de periódicos, al ver su situación, corre y el policía lo dirige apresuradamente a la iglesia, donde llega justo a tiempo para salvar a la pareja, quienes se sobresaltan justo a tiempo ante su grito, porque el cura acababa de dar el paso que dispara el arma, pero sin causar daño. El sacerdote da gracias a Dios y continúa con la boda.

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