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‘La Promesa’, avance del capítulo 643: Pía confiesa su secreto más devastador

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Phụ đề
00:00Pia confiesa su secreto más devastador. En el episodio 643 de la promesa, el silencio deja de
00:17ser refugio. Pia, acorralada por las amenazas de santos y el inquebrantable apoyo de Ricardo,
00:25decide finalmente revelar el secreto que ha llevado en el alma durante demasiado tiempo.
00:31Una confesión que cambiará su destino y el de quienes la rodean.
00:37Mientras tanto, Martina lanza una pregunta inesperada que revive sentimientos dormidos
00:43en Curro, y Leocadia mueve sus piezas en las sombras para evitar que la familia Luján se
00:48fracture por completo.
00:49¿Pero cuáles son sus verdaderas intenciones? Toño intenta conquistar a Enora con un gesto
00:57sincero, Catalina lucha por salvar a Lope de una humillación injusta, y el misterio de
01:03la desaparición del padre Samuel comienza a inquietar a Vera y Teresa.
01:09Las verdades están a punto de salir a la luz, y ninguna promesa volverá a ser la misma.
01:14¿Estás preparado para descubrirlo todo? El sol de julio caía a plomo sobre los tejados
01:22de la promesa, un astro inclemente que parecía querer cocer las tejas y evaporar la poca
01:27paciencia que quedaba entre sus muros.
01:31El aire no corría, se estancaba en los pasillos, denso y cargado de palabras no dichas, de rencores
01:39que fermentaban como el vino malo. La calma era un recuerdo lejano, un lujo
01:46de otro tiempo. Ahora, el palacio era un campo de batalla silencioso donde las miradas eran
01:52dagas y los susurros, veneno.
01:54La fractura más visible, la que sangraba a la vista de todos, era la que separaba
02:02a Catalina de su prima Martina.
02:07La herida, abierta por la gestión de la dote del varón de Valladares y su infame lista
02:11de 27 nobles, se había infectado.
02:14Ya no era una simple disputa sobre alianzas o estrategias, se había convertido en un abismo
02:22personal, un reflejo de dos visiones irreconciliables sobre el honor y la supervivencia de los Luján.
02:31Catalina, con su pragmatismo a flor de piel y el peso de la finca sobre sus hombros, lo
02:36veía como una traición.
02:37Una traición a su esfuerzo, a su dedicación casi marcial para mantener a flote un barco
02:46que hacía aguas por todas partes.
02:51Martina, por su parte, se aferraba a las formas, a la diplomacia de Salón que consideraba esencial
02:57para navegar las traicioneras aguas de la aristocracia, convencida de que la fuerza bruta
03:02de Catalina solo les granjearía más enemigos.
03:07Aquella mañana, el enfrentamiento alcanzó un nuevo y gélido clímax en la biblioteca.
03:15El sol se colaba por los ventanales, dibujando rectángulos de luz sobre las alfombras polvorientas,
03:22pero ninguna calidez lograba penetrar el ambiente.
03:27No puedo creer que sigas defendiendo tu postura.
03:31Comenzó Catalina, su voz un látigo contenido.
03:33Estaba de pie junto al escritorio del marqués, una mano apoyada en la madera como si necesitara
03:42anclarse para no explotar.
03:46Has puesto en bandeja de plata a nuestros enemigos una lista de nuestras debilidades.
03:53Les has dado un mapa para destruirnos.
03:56Martina, sentada en un sillón de cuero granate, levantó la barbilla.
04:03Su elegancia natural se había convertido en una armadura.
04:07Lo que yo he hecho, prima, es ganar tiempo y aliados potenciales.
04:11Tú ves enemigos por todas partes.
04:17Yo veo un tablero de ajedrez en el que hay que saber mover las piezas con inteligencia,
04:21no derribarlas a manotazos como una niña enfadada.
04:28¿Niña enfadada? Repitió Catalina, y una risa amarga, carente de alegría, escapó de sus labios.
04:34Llevo meses, años, dejándome la piel en estas tierras, negociando con proveedores,
04:44contando cada peseta para que tú y los demás podáis seguir disfrutando de vuestros T con acento agudo S y vuestros paseos.
04:53Y cuando por fin tenemos una oportunidad de consolidar nuestro poder, tú la saboteas por.
04:59¿Por qué, Martina? ¿Por miedo a mancharte las manos? ¿Por mantener una fachada de respetabilidad que ya nadie nos concede?
05:10Por proteger el nombre de esta familia.
05:13Replicó Martina, poniéndose en pie de un salto, su compostura finalmente rota.
05:20Un nombre que tú pareces dispuesta a arrastrar por el fango con tal de salirte con la tuya.
05:29El varón de Valladares era un hombre peligroso, sí, pero su red de contactos es nuestro salvavidas.
05:38Entender eso no es traición, es estrategia.
05:41Algo que tú, en tu soberbia, eres incapaz de ver.
05:47Mi soberbia ha pagado tus vestidos y ha puesto comida en tu plato.
05:52Espetó Catalina, acercándose a ella hasta que apenas un metro las separó.
05:59Y lo que tú llamas estrategia, yo lo llamo vender el alma de los Luján al mejor postor.
06:06Has traicionado mi confianza.
06:08Y eso, prima, es algo que no sé si podré perdonar.
06:12La puerta de la biblioteca se cerró con un portazo suave pero definitivo cuando Catalina salió,
06:18dejando a Martina temblando, no de ira, sino de una profunda y helada soledad.
06:23Desde la sombra de un pasillo contiguo, Leocadia lo había observado todo.
06:31No había escuchado las palabras, pero no lo necesitaba.
06:36Las posturas, la tensión, el portazo final.
06:40Todo contaba una historia que ella conocía muy bien.
06:43La desintegración.
06:44Y si algo sabía Leocadia, era que en la desintegración, los oportunistas pescan en río revuelto,
06:54pero también los cimientos se derrumban sobre todos, culpables e inocentes.
07:01Sus motivos rara vez eran puros.
07:04Cada acción, cada palabra amable, cada gesto de lealtad era una inversión calculada.
07:09Proteger a los Luján era, en última instancia, proteger su propia posición, su seguridad,
07:19el futuro que anhelaba para su hija Ángela.
07:24Un Luján debilitado era un patrón impredecible, y la imprevisibilidad era el enemigo de la supervivencia.
07:31Con una determinación que enmascaraba su complejo cálculo de intereses, se dirigió al despacho del marqués.
07:42No pidió audiencia, simplemente llamó con dos golpes secos y entró.
07:48Alonso Luján levantó la vista de unos papeles que no estaba leyendo.
07:51Su rostro era un mapa de preocupaciones.
07:57La finca, sus hijos, su matrimonio.
08:00Cada frente era una herida abierta.
08:05Leocadia, ¿ocurre algo?
08:07Perdone mi atrevimiento, señor marqués.
08:10Dijo ella, cerrando la puerta tras de sí y adoptando un tono de confidencia respetuosa.
08:15Pero no puedo seguir viendo lo que está pasando sin intervenir.
08:22¿A qué se refiere?
08:23Preguntó Alonso, aunque lo sabía perfectamente.
08:29A doña Catalina y la señorita Martina.
08:32La tensión entre ellas es un polvorín a punto de estallar.
08:37He visto familias destruidas por mucho menos.
08:41Alonso suspiró, pasándose una mano por el cabello.
08:45Son jóvenes y testarudas.
08:49Ambas creen tener la razón.
08:51Precisamente por eso necesitan una mano que las guíe, señor.
08:57Una mano firme, la de un padre.
09:00Dijo Leocadia, eligiendo sus palabras con la precisión de un cirujano.
09:08Doña Catalina carga con un peso demasiado grande para sus hombros, y eso la vuelve inflexible.
09:15Y la señorita Martina se siente incomprendida, vulnerable, busca su lugar y, en el proceso, quizás comete errores de juicio.
09:25Pero ambas aman a esta familia.
09:31Alonso la miró, escrutando su rostro.
09:34Sinceridad, o manipulación, con Leocadia, la línea siempre era borrosa.
09:39¿Y qué sugiere que haga, encerrarlas en una habitación hasta que hagan las paces?
09:46No, señor Marqués, sugiero que hable con ellas.
09:52Por separado, que escuche a Doña Catalina, no como a una gerente, sino como a su hija.
09:58Que le recuerde que no está sola, y que le ofrezca a la señorita Martina la seguridad que anhela, que valide sus intenciones aunque no comparta sus métodos.
10:09Usted es el pilar de esta casa.
10:14Si el pilar se muestra ecuánime y fuerte, las paredes dejaran de temblar.
10:21Leocadia hizo una pequeña reverencia y se retiró, dejando al Marqués sumido en sus pensamientos.
10:26Había plantado una semilla.
10:31Ahora solo tenía que esperar a que germinara en la dirección que ella deseaba.
10:36Una en la que la estabilidad reinara y, con ella, su propia influencia se mantuviera intacta.
10:45Mientras las altas esferas se resquebrajaban, en los jardines, otro tipo de drama, más íntimo y no menos doloroso, estaba a punto de desplegarse.
10:56Curro y Ángela estaban sentados en un banco de piedra bajo la sombra de un magnolio centenario.
11:06Reían.
11:07Era una risa limpia, joven, que contrastaba brutalmente con la atmósfera opresiva del palacio.
11:16Ángela le contaba una anécdota de su infancia, y Curro la escuchaba con una atención genuina, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y afecto.
11:26¿De verdad hiciste eso? Decía él, negando con la cabeza, una sonrisa amplia en su rostro.
11:36Te lo juro, mi madre casi me deshereda. Dijo que tenía el diablo en el cuerpo por ponerle sal al azucarero del cura.
11:43Se miraron y volvieron a reír. Era un momento de complicidad pura, de dos almas jóvenes encontrando un refugio en la compañía del otro.
11:54Un pequeño oasis en medio del desierto. Pero los oasis a menudo son espejismos, o al menos, no son para todos.
12:05Martina los observaba desde la distancia, semioculta tras una columna de la galería.
12:17Cada risa que compartían era una pequeña punzada en su pecho.
12:20Bella la forma en que Curro miraba a Ángela, la suavidad en su expresión, la facilidad de su sonrisa.
12:26Era un lenguaje corporal que ella conocía muy bien. Demasiado bien. Un torbellino de emociones la asaltó.
12:39Celos, agudos y vergonzosos. Tristeza por lo que había perdido, por lo que ella misma había ayudado a destruir.
12:48Y una punzante curiosidad que no pudo reprimir. Esperó a que Ángela se despidiera y se marchara.
12:54Y entonces, como un fantasma que emerge de las sombras, se acercó a Curro.
13:02Él todavía sonreía, perdido en el eco de la conversación, cuando la vio llegar.
13:08Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una expresión de sorpresa y cautela.
13:16Martina. Curro. Respondió ella, su voz más frágil de lo que pretendía.
13:21Parecíais muy contentos.
13:26Ángela es divertida, es fácil estar con ella. Dijo él, encogiéndose de hombros, sin saber muy bien a dónde se dirigía esa conversación.
13:38Martina se detuvo frente a él. Lo miró a los ojos, buscando algo, cualquier cosa, un vestigio del pasado.
13:45El silencio se alargó, cargado de historia. Curro. Comenzó, y la pregunta salió de sus labios antes de que pudiera detenerla, impulsada por una necesidad visceral de entender.
13:58¿Es ese el mismo amor que sentías por mí? La pregunta cayó en el aire como una piedra en un estanque en calma.
14:11Curro se quedó sin aliento, literalmente. El color abandonó su rostro. Parpadeó, como si las palabras fueran un golpe físico.
14:19Amor, ese amor, la palabra resonó en su mente, trayendo consigo un torrente de recuerdos. Besos robados, promesas susurradas, el dolor de la traición, la humillación.
14:34¿Qué? Logró articular, su voz un susurro ronco. La forma en que la miras. Insistió Martina, su propia voz temblando ahora, la armadura de indiferencia hecha añicos.
14:51Esa ternura, esa, luz en tus ojos. Yo recuerdo esa luz. Estaba dirigida a mí. ¿Es la misma? ¿Sientes por ella lo que un día sentiste por mí?
14:59La pregunta no era solo una pregunta. Era una acusación, una súplica, una autopsia de su relación fallida.
15:11¿Por qué lo preguntaba? ¿Quería torturarse? ¿Quería torturarlo a él? ¿O era algo más profundo?
15:17¿Acaso en el fondo de su corazón, cubierto por capas de orgullo y decisiones equivocadas, el sentimiento por Curro seguía vivo, respirando débilmente, y ahora luchaba por salir al verle feliz con otra?
15:29Curro la miró, y por un instante, la rabia y el dolor lucharon en su interior. Quería gritarle que no tenía derecho a preguntar eso.
15:43Quería recordarle que fue ella quien eligió otro camino, quien lo apartó. Pero al ver la vulnerabilidad en sus ojos, la genuina angustia, su ira se disipó, dejando solo un inmenso y agotador cansancio.
15:55No supo qué responder. Las palabras no existían para una pregunta como aquella. Su silencio fue la respuesta más elocuente, un abismo que se abrió de nuevo entre ellos, lleno de todo lo que pudo haber sido y nunca fue.
16:11En las entrañas del palacio, en la zona de servicio donde la luz del sol llegaba filtrada y débil, el infierno personal de Pía Hadarre continuaba su curso implacable.
16:23Santos, el hijo del mayordomo Ricardo, se había convertido en su sombra, en su verdugo personal.
16:33Cada encuentro era una nueva herida, una nueva capa de humillación. Él disfrutaba de su poder, un poder cimentado en el miedo y en un secreto que solo ellos dos compartían.
16:50Aquella tarde, Pía pulía la plata en la despensa, una tarea monótona que le permitía desconectar su mente.
16:56El olor a metal y a producto de limpieza llenaba el pequeño espacio. Sus manos se movían con una eficiencia automática, pero su mente era un hervidero de angustia.
17:11La puerta se abrió de golpe y Santos entró, una sonrisa torcida en los labios. Pía se encogió instintivamente.
17:18Vaya, vaya, la esforzada doncella principal, siempre tan diligente, dijo él, su voz cargada de un sarcasmo venenoso.
17:32Se acercó y cogió un candelabro que Pía acababa de terminar. Lo examinó con falso interés, pasando un dedo por la superficie brillante.
17:40No está mal, para alguien de tu edad, todavía tienes buen pulso. Aunque las manos tiemblan un poco, ¿verdad, Pía? ¿Son los nervios? ¿O es la conciencia, que pesa demasiado?
17:58Pía no respondió. Mantuvo la vista fija en el paño que sostenía en sus manos. Contaba hasta diez en su cabeza, una y otra vez.
18:06No le dé el gusto. No reacciones. No le dé nada. Santos se aburrió de su silencio.
18:17Dejó caer el candelabro sobre la mesa con un ruido metálico que hizo a Pía sobresaltarse.
18:25Eres patética, ¿lo sabías? ¿Crees que agachar la cabeza te salvará? Pero solo me divierte más.
18:30Me recuerda lo fácil que es aplastarte. Se inclinó hacia ella, su aliento fétido cerca de su oído.
18:43Cada día que pasas aquí, en silencio, es un día más que me perteneces. Tu secreto es mi correa, y yo soy tu amo.
18:50No lo olvides nunca. Con un último empujón a la mesa que hizo tintinear toda la platería, se dio la vuelta y salió, dejándola temblando, con lágrimas de pura impotencia y rabia quemándole los ojos.
19:05La amenaza no era solo una palabra. Era una presencia constante, un nudo en su garganta que le impedía respirar, un veneno que la consumía lentamente desde dentro.
19:17La situación era insoportable, una tortura a cámara lenta de la que no veía escapatoria.
19:29Lo que Santos no sabía era que su padre, Ricardo, había empezado a observar. No era tonto.
19:38Veía la crueldad en los ojos de su hijo, una oscuridad que le aterraba y le avergonzaba a partes iguales.
19:44Y veía el terror en los de Pía, un miedo desproporcionado que no encajaba con simples roces laborales.
19:56Había algo más, un subtexto siniestro que se le escapaba. Impulsado por un deseo genuino de proteger a Pía, a quien respetaba y apreciaba, y por la necesidad de entender la depravación de su propio hijo, Ricardo decidió enfrentarse a él.
20:14Lo encontró en el patio trasero, fumando un cigarrillo con aire de suficiencia, Santos.
20:23Tenemos que hablar, dijo Ricardo, su voz grave, sin rodeos.
20:28Santos exhaló el humo lentamente, mirándolo con desdén.
20:35¿Ahora qué, padre? ¿Vienes a darme otro de tus sermones sobre la moral y el buen comportamiento?
20:41Ahórratelo.
20:44No es un sermón, es una orden. Deja en paz a Pía, dijo Ricardo, plantándose frente a él.
20:54No sé qué te traes con ella, pero se ha acabado.
20:57Tu comportamiento es vergonzoso, indigno.
21:00Santos soltó una carcajada, indigno, y ¿qué sabes tú de la dignidad? O de ella, esa mujer no es la santa que tú te crees.
21:10Es una mujer trabajadora y decente, que ha sufrido mucho en la vida. Y es la doncella principal.
21:22Le debes un respeto.
21:24¿Respeto?
21:25Escupió Santos, tirando el cigarrillo al suelo y aplastándolo con la bota.
21:29Esa mujer esconde más oscuridad que una noche sin luna. No tienes ni idea de quién es en realidad.
21:41La discusión subió de tono.
21:43Ricardo, normalmente un hombre de compostura férrea, sentía como la rabia hacia su hijo le cegaba.
21:49No te atrevas a difamarla. Sea lo que sea que imagines, son solo excusas para justificar tu propia maldad.
22:01¿Mi maldad? Gritó Santos, y en el calor de la disputa, en su necesidad de herir a su padre, cometió un error fatal.
22:11Dejó escapar más de lo que debía. Mi maldad no es nada comparada con los secretos que guarda tu protegida.
22:17Pregúntale, pregúntale por qué la muerte parece seguirla a donde va.
22:21Pregúntale por su pasado, por los fantasmas que no la dejan dormir.
22:25Pregúntale por Gregorio.
22:29El nombre quedó flotando en el aire. Gregorio, un nombre que Ricardo no conocía,
22:34pero la forma en que Santos lo pronunció, con una mezcla de triunfo y veneno, le geló la sangre.
22:39Vio un destello de pánico en los ojos de su hijo, que se dio cuenta de que había hablado demasiado.
22:51Sin decir una palabra más, Santos se dio la vuelta y se marchó a grandes zancadas, dejando a su padre paralizado.
22:57Ricardo no podía ignorar aquello. Los secretos más oscuros. La muerte parece seguirla.
23:09Gregorio, las palabras retumbaban en su cabeza. La intriga, mezclada con una profunda preocupación por Pía, se apoderó de él.
23:17No era simple curiosidad, era una necesidad de entender para poder protegerla. Buscó a Pía.
23:29La encontró en el mismo lugar, en la despensa, aunque ahora no pulía plata. Estaba quieta, con la mirada perdida, como una estatua de la desolación.
23:39Ricardo entró con suavidad y cerró la puerta. Pía. Ella levantó la vista, sus ojos enrojecidos y llenos de pavor.
23:53Al ver a Ricardo, supo que algo había cambiado. He hablado con Santos. Dijo él, su voz era amable pero firme.
24:01Se le ha escapado algo. Un nombre, Gregorio. El efecto fue devastador. Pía se llevó una mano a la boca, y un sollozo ahogado escapó de su garganta.
24:16Todo su cuerpo se sacudió. El nombre era la llave que abría la caja de Pandora de su pasado.
24:24Ver su reacción confirmó las peores sospechas de Ricardo. Pía, no la juzgó.
24:29No sé qué significa ese nombre, ni qué secreto guarda.
24:36Pero Santos lo está usando para destruirla, y yo no puedo ayudarla si no sé a qué nos enfrentamos.
24:44Confíe en mí. Pía lo miró a través de las lágrimas. Vio en sus ojos, no la avidez del cotilla, sino la sincera preocupación de un aliado, quizás el único que le quedaba.
24:55Durante meses, había cargado con ese peso sola, sintiendo cómo la aplastaba día a día.
25:03La amenaza de Santos, la vergüenza, el miedo. Todo se había vuelto insoportable. Y de repente, en la mirada compasiva de Ricardo, vio una salida.
25:16No una solución, pero sí un final para el aislamiento. Respiró hondo, un aliento tembloroso que pareció llevarse el último resquicio de sus defensas.
25:28Asintió lentamente. Tiene razón. Susurró, su voz rota. Ha llegado el momento, ha llegado el momento de que sepa toda la verdad.
25:39Siéntese, por favor, Ricardo. Lo que tengo que contarle es. Es largo, y es terrible.
25:51Ricardo acercó un taburete y se sentó frente a ella, preparado para escuchar la confesión que cambiaría para siempre la forma en que veía a la valiente y sufrida Pía Adarre.
26:00El aire en la pequeña despensa se volvió denso, expectante, como el silencio que precede a una tormenta devastadora.
26:14Lejos de las tensiones y los secretos mortales, en el mundo de los anhelos sencillos, Toño no se daba por vencido con Enora.
26:21La joven doncella, con su coraza de escepticismo y su mirada melancólica, representaba un desafío que él estaba dispuesto a aceptar.
26:35Sentía una conexión con ella, una intuición de que detrás de esa fachada había una persona que merecía la pena conocer.
26:45Rechazado en sus intentos anteriores, más torpes y directos, decidió cambiar de estrategia.
26:51No más grandes gestos, no más presión. Algo sencillo, algo honesto. Un picnic. La idea le pareció perfecta.
27:04En el campo, lejos de los muros opresivos de la promesa, quizás ella bajaría la guardia.
27:12Pasó la mañana planeándolo con el esmero de un general preparando una campaña.
27:16Le pidió a Lope, a escondidas, un poco de pan bueno, del que guardaban para los señores.
27:25Consiguió un trozo de queso curado y un par de manzanas rojas y brillantes.
27:30Encontró una vieja manta de cuadros en un baúl olvidado.
27:35Cada elemento era un paso en su plan para mostrarle su versión más auténtica,
27:39el toño sin pretensiones, el muchacho de campo que solo quería compartir un rato agradable.
27:48La buscó por la tarde, cuando las tareas más pesadas habían terminado.
27:52La encontró barriendo el porche, con la mirada perdida en la distancia.
27:56Su corazón martilleaba en su pecho.
28:02En hora, dijo, su voz un poco más alta de lo normal por los nervios.
28:09Ella se giró, sorprendida.
28:11Toño, yo, me preguntaba, tartamudeó, sintiéndose un idiota.
28:16Respiró hondo y lo soltó de una vez.
28:21He preparado un picnic, pan, queso, fruta, nada del otro mundo.
28:29Y sé de un sitio junto al río, bajo un sos, donde la hierba es fresca.
28:34Me gustaría mucho que vinieras conmigo.
28:39Solo para hablar, para conocernos mejor.
28:41Sin, sin más.
28:42En hora lo miró, analizando su rostro sonrojado, su mirada sincera.
28:51Vio la cesta de mimbre que llevaba en la mano.
28:53Era un gesto tan simple, tan desprovisto de la grandilocuencia que solía esperar de los hombres, que la desarmó.
29:03En su vida, la amabilidad rara vez había venido sin un precio.
29:07La oferta de Toño parecía.
29:12Limpia.
29:12Una pequeña sonrisa, la primera que Toño le veía, asomó a sus labios.
29:18Un picnic.
29:22Repitió, como si saboreara la palabra.
29:25Nadie me ha invitado a un picnic nunca.
29:27Pues ya va siendo hora, ¿no crees?
29:30Dijo él, envalentonado por esa mínima señal de éxito.
29:33Ella dudó un instante más, su habitual desconfianza luchando contra ese impulso nuevo.
29:44Finalmente, apoyó la escoba en la pared.
29:46Está bien, Toño.
29:48Iré a tu picnic.
29:50Pero que sepas que no me gusta el queso demasiado fuerte.
29:52Toño sonrió, una sonrisa tan ancha que le llegó a los ojos.
29:59No te preocupes.
30:00Es suave.
30:01Como yo, por primera vez, un rayo de esperanza se abría paso en la complicada relación entre ambos.
30:10Quizás esta vez, la sencillez triunfaría donde la complejidad había fracasado.
30:18Mientras tanto, otro miembro del servicio se enfrentaba a un futuro incierto.
30:26Lope, el cocinero que había encontrado en los fogones una pasión y un refugio, se encontraba en la cuerda floja.
30:32La decisión de Cristóbal, el nuevo y estricto mayordomo, de reorganizar el servicio amenazaba con degradarlo de nuevo a su antiguo puesto de lacayo.
30:48Para Lope, sería más que una humillación, sería arrancarle el alma.
30:53La cocina era su arte, su identidad.
30:58Volver a la librea sería una muerte en vida.
31:00La noticia llegó a oídos de Catalina de la forma más casual.
31:07Mientras revisaba unas cuentas en la cocina, escuchó a María Fernández y a Salvador susurrando con preocupación.
31:17Y Cristóbal dice que sobran manos en la cocina y faltan en el servicio.
31:21Que Lope tiene que volver a ser lacayo.
31:26Catalina se quedó helada.
31:27Dejó la pluma sobre la mesa.
31:29¿Qué habéis dicho?
31:31María y Salvador se callaron de golpe, asustados.
31:37Nada, señora.
31:39He oído perfectamente.
31:41Dijo Catalina, su voz cortante.
31:43¿Cristóbal pretende degradar a Lope?
31:48Asintieron en silencio.
31:50La reacción de Catalina fue instantánea y volcánica.
31:53La injusticia la encendía como la yesca.
31:55Lope no era solo un empleado.
32:00Era un amigo, un confidente, alguien cuya lealtad y talento habían sostenido a la familia en momentos difíciles.
32:07La idea de que un advenedizo como Cristóbal, que no conocía ni la mitad de la historia de la promesa, pudiera tomar una decisión tan arbitraria y cruel, la sacó de sus casillas.
32:20Sin mediar más palabra, salió de la cocina a grandes zancadas, con la determinación pintada en el rostro.
32:34No buscó a su padre, no buscó a nadie más.
32:37Fue directamente a la fuente del problema.
32:39Encontró a Cristóbal en su pequeño despacho, revisando unos inventarios con aire de importancia.
32:51Cristóbal, dijo, sin llamar a la puerta.
32:55Él levantó la vista, molesto por la interrupción.
32:57Señorita Catalina, ¿desea algo?
33:04Deseo saber con qué derecho pretende usted degradar a Lope y devolverlo al puesto de la callo.
33:12Cristóbal se recostó en su silla, adoptando una postura de autoridad ofendida.
33:17Es una decisión puramente organizativa.
33:19La promesa necesita optimizar sus recursos.
33:26Hay un exceso de personal en la cocina y un déficit en el servicio de planta.
33:33Lope fue la callo, conoce el oficio.
33:36Es la solución más lógica.
33:38La solución más lógica es una estupidez y una injusticia.
33:42Replicó Catalina, apoyando las manos en el escritorio.
33:45Lope es un cocinero excepcional.
33:50Su trabajo en la cocina es infinitamente más valioso que el que podría hacer sirviendo copas.
33:58Además, se ha ganado su puesto con esfuerzo y talento.
34:02Arrebatárselo es un insulto.
34:06Con el debido respeto, señorita, mis decisiones se basan en la eficiencia,
34:11no en el sentimentalismo, dijo Cristóbal, con frialdad.
34:18Lope se ha ganado el cariño de muchos, lo sé,
34:21pero el cariño no paga las facturas ni sirve las mesas con la celeridad requerida.
34:28¿Y usted cree que un hombre desmoralizado y humillado va a servir las mesas con celeridad?
34:33Lo que conseguirá es un empleado resentido y la enemistad de todo el servicio,
34:37que lo ve como a uno de los suyos.
34:40Argumentó Catalina, su voz subiendo de volumen.
34:45Lope se queda en la cocina.
34:47Es una orden.
34:48Usted no puede darme órdenes, señorita.
34:53Yo respondo ante el marqués.
34:55Pues entonces iré a ver a mi padre y le explicaré que su nuevo mayordomo
34:59está más interesado en demostrar su poder que en el bienestar de esta casa y de su gente.
35:03Le aseguro, Cristóbal, que en esta batalla, usted no querrá tenerme como enemiga.
35:14Anule esa orden.
35:16Catalina lo fulminó con la mirada,
35:18un último aviso cargado de la autoridad que le confería no solo su apellido,
35:22sino su inquebrantable sentido de la justicia.
35:24Se dio la vuelta y salió, dejando a Cristóbal con la palabra en la boca, visiblemente contrariado.
35:37Había subestimado la lealtad que unía a los señores de la promesa con su servicio,
35:42o al menos, la que unía a Catalina.
35:44La pregunta ahora era si su intervención bastaría para cambiar la decisión del mayordomo
35:51o si solo había pospuesto lo inevitable.
35:57El día se desvanecía, tiñendo el cielo de naranjas y púrpuras,
36:01pero la luz que se iba no traía consigo la paz.
36:03En un rincón del lavadero, Vera y Teresa doblaban sábanas,
36:11sus movimientos sincronizados por la costumbre.
36:17Pero sus mentes estaban en otra parte.
36:20Sigo sin entenderlo, Teresa, dijo Vera, su voz baja, casi un susurro.
36:29Hace días que nadie ve al padre Samuel.
36:31Yana dice que se marchó.
36:33Que tenía asuntos urgentes que atender en su diócesis.
36:39Sin despedirse, sin decir nada a nadie, inquirió Vera, frunciendo el ceño.
36:44Un sacerdote no se evapora así como así.
36:49Era un hombre de rutinas.
36:51La misa de la mañana, el paseo de la tarde.
36:54Su ausencia es...
36:57rara, anormal.
36:58Teresa dejó de doblar la sábana y miró a su compañera.
37:03Veía la misma inquietud en sus ojos que sentía en su propio corazón.
37:09Tiene razón, es extraño.
37:11Y cada vez que alguien pregunta, la respuesta es diferente o evasiva.
37:18Doña Cruz dice que se fue.
37:20Yana dice lo mismo.
37:21Pero Petra se pone pálida y cambia de tema.
37:24Y María Fernández, no sé, parece que sabe algo, pero tiene miedo de hablar.
37:32Tenemos que preguntarles directamente a ellas, decidió Vera.
37:39A Petra y a María Fernández.
37:41Ellas pasaban más tiempo con él.
37:43Tienen que saber algo más.
37:44Esto no me gusta nada, Teresa.
37:49Tengo un mal presentimiento.
37:51Con la decisión tomada, buscaron a las dos mujeres.
37:58Las encontraron juntas en el pasillo que llevaba a las cocinas,
38:01hablando en voz baja con una intensidad que se cortó en seco en cuanto las vieron llegar.
38:06Petra, María, comenzó Vera, yendo directa al grano.
38:13Disculpad que os molestemos, pero Teresa y yo estamos preocupadas.
38:20¿Preocupadas? ¿Por qué?
38:22Preguntó Petra, a la defensiva, cruzándose de brazos.
38:26Por el padre Samuel, intervino Teresa.
38:28Su desaparición es muy extraña.
38:34Y nadie nos da una respuesta clara.
38:36Vosotras estabais cerca de él.
38:41Os pedimos, por favor, que nos digáis la verdad.
38:44¿Qué ha pasado con él?
38:46¿Dónde está?
38:49La pregunta quedó suspendida en el aire pesado del corredor.
38:52María Fernández bajó la mirada, incapaz de sostener la de sus compañeras.
38:58Petra, por su parte, pareció envejecer diez años en un segundo.
39:05Su fachada de dureza se agrietó, revelando una profunda fatiga y un miedo palpable.
39:13Miró a María, una mirada larga y cargada de significado.
39:17Era una comunicación silenciosa, una capitulación.
39:20Habían mantenido la mentira todo lo que habían podido, pero la presión de la duda y el peso del secreto se habían vuelto insostenibles.
39:33Era el momento.
39:34Petra exhaló un largo y tembloroso suspiro.
39:37Miró a Vera y a Teresa, dos rostros jóvenes y preocupados que merecían la verdad, por terrible que fuera.
39:43Está bien, dijo, su voz apenas un murmullo ronco que resonó con la solemnidad de una sentencia.
39:57Tenéis razón en preocuparos, y tenéis derecho a saberlo.
40:01Sentaos, lo que os vamos a contar.
40:02No es fácil de escuchar, la verdad sobre el padre Samuel es, y en ese instante, en el corazón de la promesa,
40:12mientras Pía se preparaba para desenterrar a sus muertos, mientras el amor y el rencor libraban sus propias batallas,
40:19otro secreto, oscuro y perturbador, estaba a punto de salir a la luz, amenazando con arrastrar a todos a sus insondables profundidades.
40:27El día terminaba, pero la noche, con sus revelaciones y consecuencias, apenas acababa de empezar.

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