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  • 26/7/2025
La Promesa: Samuel regresa herido: Catalina y María resisten
Transcripción
00:00Samuel regresa herido. Catalina y María resisten. Cuando el padre Samuel desaparece sin dejar rastro,
00:17la promesa se sumerge en un silencio asfixiante, más espeso que la niebla de la madrugada.
00:22María, desgarrada entre la fe y el miedo, se atreve a violar las normas y descubre una nota
00:29enigmática que revela una conspiración oculta tras los muros del palacio.
00:36Mientras los criados murmuran y los nobles miran hacia otro lado, la joven se convierte
00:41en la única dispuesta a enfrentar la verdad. Pero nada, ni los sermones de Petra, ni la
00:48frialdad del mayordomo, ni el protocolo de clase, podrá detener la búsqueda de justicia.
00:55Y cuando Samuel, dado por muerto, regresa malherido y menciona un nombre prohibido,
01:01Lorenzo de la Mata, el corazón de la promesa se estremece. Secuestro, traición y una guerra
01:09silenciosa por el alma del palacio emergen de las sombras. Podrá María, con su valor
01:16humilde, derribar al monstruo oculto en los salones dorados? ¿Y qué secretos aún guarda
01:22Samuel que podrían cambiarlo todo? El juego acaba de comenzar, y el próximo
01:28movimiento será mortal. El aire en la promesa se había enrarecido, preñado de una tensión
01:34sorda que se adhería a las paredes de los pasillos como una capa de polvo invisible.
01:38Hacía ya tres días que el padre Samuel había desaparecido, y su ausencia, al principio una
01:47simple anomalía en la rutina del palacio, se había transformado en un abismo de incertidumbre
01:52que amenazaba con devorar la frágil paz de sus habitantes.
01:57El sol de la mañana ascendía sobre los campos, pero su luz no traía consuelo, solo acentuaba
02:03el silencio opresivo que se había instalado en lugar del familiar repique de las campanas
02:07de la capilla. Los criados, acostumbrados al ritmo casi monástico que el sacerdote imponía
02:14a las primeras horas del día, se movían con una lentitud extraña, intercambiando miradas
02:20cargadas de preguntas sin respuesta. Nadie lo había visto, ni en el rezo del alba, ni en
02:27el desayuno, ni deambulando por los jardines con su breviario entre las manos.
02:34Su presencia, antes un pilar de serenidad, se había convertido en un fantasma que recorría
02:39cada rincón. Una de las doncellas más jóvenes, al ser interrogada por enésima vez por Pía
02:46Adarre, la adusta ama de llaves, juró haber oído pasos sigilosos cerca del huerto durante
02:52la madrugada, una sombra moviéndose entre los árboles. Pero su testimonio era vago,
02:59teñido por el miedo y la penumbra, y no hacía más que añadir leña al fuego de la especulación.
03:06La angustia, como una mala hierba, comenzaba a echar raíces en el corazón de todos. Para
03:13María Fernández, sin embargo, la angustia era una tormenta que se desataba en su interior.
03:21Se encontraba en la sacristía, lavando los candelabros de plata del altar, pero sus manos
03:26temblaban de tal manera que el paño se le resbalaba entre los dedos.
03:32El metal frío parecía quemarle la piel. Con un gesto de frustración, dejó caer el paño
03:37en la tina de agua jabonosa y se secó las manos en el delantal, sus ojos fijos en un punto
03:42indefinido de la pared de piedra. Cada tic tac del reloj de la antesala era un martillazo en su
03:49pecho. Salió de la sacristía y caminó con pasos quedos hacia la capilla. El silencio allí era aún más
03:57profundo, casi sagrado en su desolación. El altar estaba desnudo, el gran misal cerrado sobre su atril,
04:04las velas de cera virgen intactas, sus mechas blancas y rígidas como si nunca hubieran conocido el calor de
04:11una llama. Aquello no era propio de él. Samuel era un hombre de ritos y costumbres, un hombre cuya
04:19devoción se medía en los pequeños detalles, las flores frescas junto al sagrario, el orden pulcro de
04:25los ornamentos, la llama perpetua de la vela del Santísimo. Ver la capilla así, abandonada y fría,
04:34fue como recibir una puñalada directa en el alma. Se sentó en uno de los bancos de madera oscura,
04:42el mismo donde tantas veces se había arrodillado para confesar sus penas y recibir el consuelo de su
04:47voz. Mi corazón leid más rápido, se dijo, apretando las manos sobre su regazo. Cada minuto
04:55que pasa trae una nueva posibilidad, cada una más terrible que la anterior. Un accidente en el camino,
05:03un llamado urgente de la parroquia vecina, una emergencia con alguna familia del pueblo,
05:08o algo mucho más doloroso, algo que no me atrevo ni a nombrar. Más tarde, en el patio trasero,
05:16donde el sol golpeaba con fuerza y el aroma a jabón y lavanda flotaba en el aire, encontró a Vera
05:22tendiendo sábanas blancas en los cordeles. Las telas ondeaban con la brisa, como velas de un barco
05:29fantasma. María se acercó despacio, la mirada clavada en el suelo de guijarros.
05:36¿Ya te has enterado? Preguntó María, su voz apenas un susurro tembloroso. Vera, que ya había sido
05:43engullida por la marea de rumores que inundaba el servicio, asintió con gravedad mientras sujetaba
05:49una sábana con pinzas de madera. Desde el desayuno no se habla de otra cosa, pero nadie
05:56tiene certeza de nada. Unos dicen que lo vieron salir de madrugada, otros que se sintió indispuesto.
06:04Pura palabrería. María cruzó los brazos, un gesto instintivo para contener el temblor que la recorría.
06:10No apareció para la bendición de la mañana, ni para el oficio. Los santos del altar mayor siguen
06:18cubiertos con el velo morado de la semana pasada. Él nunca, jamás, dejaría que algo así sucediera.
06:27Es, es como si la capilla hubiera muerto con él. Vera dejó la sábana y la miró fijamente,
06:34percibiendo la profundidad de la angustia en los ojos de su amiga. Eran más que la preocupación
06:41de una feligresa por su párroco. Era un dolor personal, íntimo.
06:48¿Crees que pudo haberle pasado algo malo? Preguntó Vera con delicadeza. María suspiró,
06:54un sonido largo y quebrado que pareció arrastrar todo el aire de sus pulmones.
06:58Miró hacia el horizonte, más allá de los muros de la promesa, como si esperara ver su figura recortada
07:06contra el cielo. ¿Sabes lo que pienso, Vera? Dijo finalmente, su voz teñida de una extraña
07:14mezcla de resignación y dolor. Pienso que quizás se enamoró, que su corazón, tan grande y tan humano,
07:22finalmente cedió. Y por eso se fue. Para no romper sus votos, para no manchar su sotana,
07:31prefirió huir. Desaparecer. Vera frunció el ceño, la sorpresa dibujada en su rostro. La idea era tan
07:40novelesca, tan alejada de la imagen pía y serena del padre Samuel, que le costaba concebirla.
07:46¿Estás diciendo en serio que el padre huyó por amor? Como en un folletín, María asintió lentamente,
07:54sus ojos brillantes por las lágrimas que se negaba a derramar.
08:00Sí, y no es tan absurdo como parece. Él siempre fue demasiado amable, Vera. Siempre escuchaba a
08:06todos con una atención que iba más allá del deber. Siempre tan humano. Quizás se sintió atraído por
08:14alguien, una mujer del pueblo, o, o alguien de aquí. Y ante la imposibilidad de vivir ese amor,
08:22decidió seguir otro camino, lejos de todo y de todos. Vera soltó una risa nerviosa, sin rastro de burla,
08:32pero cargada de incredulidad. Pero, ¿así, de repente? ¿Sin una palabra, sin una despedida? ¿De verdad
08:39crees que él sería capaz de causar esta zozobra, de dejarnos a todos con esta angustia, solo por? ¿Por
08:46una pasión? No encuentro otra explicación que no me rompa el corazón en mil pedazos,
08:52respondió María con una firmeza que sorprendió a la propia Vera. Conozco su corazón, o al menos
08:59creía conocerlo. Y sé que preferiría desaparecer mil veces antes que herir a nadie conscientemente.
09:04Quizás esta fue su manera de no herir a la iglesia, a su fe, y asimismo,
09:11Vera dejó la cesta de la ropa y se acercó a ella, rodeándola con sus brazos.
09:18¿Te importa mucho, verdad? Susurró, sintiendo el cuerpo tenso de María contra el suyo.
09:25María no respondió de inmediato. Se dejó abrazar, cerrando los ojos con fuerza.
09:30Claro que me importa. Confesó al fin, su voz ahogada. Fue más que un confesor para mí. Fue
09:38la única persona en este palacio que me miró como a una mujer, aunque sus labios jamás pudieran
09:43decirlo. Alguien que escuchaba mis tonterías y mis penas como si fueran lo más importante
09:50del mundo. Y ahora este silencio, este vacío, este silencio me dice que ha renunciado a todo.
09:59A su vida aquí, a mí. Vera la apretó con más fuerza. Quizá vuelva, María. Quizá todo esto no
10:07sea más que un malentendido terrible. Pero María negó con la cabeza contra el hombro de su amiga.
10:14No. Murmuró, su voz cargada de una certeza desoladora.
10:20Lo que me asusta no es que no vuelva. Lo que me aterra es pensar que no vuelve porque no quiere.
10:27Y que quizás nunca más lo haga. Las dos permanecieron abrazadas durante unos largos
10:33segundos, un pequeño islote de consuelo mutuo en medio del océano de incertidumbre, mientras la
10:39brisa del campo soplaba entre los tendales, haciendo danzar a las sábanas blancas como
10:43fantasmas melancólicos. Mientras tanto, en el ala norte, los susurros se habían convertido en un
10:51torrente de conjeturas. Los lacayos, reunidos en grupúsculos en los pasillos, tejían historias
10:59cada vez más elaboradas. Uno juraba haberlo visto la noche de su desaparición, caminando con paso
11:07presuroso hacia el camino real, portando una pequeña maleta de cuero. Otro aseguraba haber
11:14oído el galope de un caballo a toda prisa durante la madrugada, un sonido que provenía,
11:19sin lugar a dudas, del establo menor, el que rara vez se usaba. Un tercero, con aires de saberlo todo,
11:28insinuaba que había recibido una carta urgente del obispado y que su partida había sido tan secreta
11:33como importante. Pero nada, absolutamente nada, era cierto. Eran sólo invenciones,
11:41chispas de imaginación nacidas del aburrimiento y la necesidad de dar forma al misterio.
11:47Sin embargo, para María, cada detalle falso, cada rumor infundado, era una pieza más que encajaba
11:55con dolorosa precisión en la teoría que más leería. El padre Samuel la había abandonado.
12:00No por deber u obligación, sino por un deseo prohibido. Por amor, sí, pero un amor que no
12:08era el suyo. El amor por otra mujer. La noche trajo consigo una quietud pesada, pero no el descanso.
12:19María dio vueltas en su catre, en la pequeña y austera habitación que compartía con otras
12:24doncellas. El sueño la eludía, acosada por imágenes del rostro amable de Samuel, por el eco de su voz
12:32en la capilla vacía. La idea de que se hubiera marchado por otra mujer era una espina que se
12:39le clavaba más y más hondo. Pero, ¿y si estaba equivocada? ¿Y si su teoría, nacida de su propio
12:47corazón herido? ¿Era sólo eso, una fantasía dolorosa? Una duda, pequeña pero insistente,
12:55comenzó a abrirse paso en su mente. Él no era un hombre cobarde. Huir sin una palabra no encajaba
13:02con su carácter. Antes de que los primeros y tímidos rayos del sol tiñeran de gris el horizonte,
13:09María tomó una decisión. Era arriesgada, imprudente, y podría costarle el puesto si la descubrían.
13:17Pero la incertidumbre era un veneno que la estaba consumiendo lentamente, y necesitaba un antídoto,
13:23por amargo que fuera. Con el corazón martilleándole en el pecho, se deslizó fuera de su habitación.
13:31Avanzó por los pasillos dormidos del palacio con la agilidad de un gato, sus pies descalzos sin hacer
13:36el menor ruido sobre las losas de piedra. Su destino era el pequeño cuarto del padre Samuel, contiguo a la
13:45sacristía. La puerta estaba cerrada, pero no con llave. Contuvo la respiración y giró el pomo con
13:53una lentitud infinita. El chirrido de las bisagras le pareció un estruendo en el silencio sepulcral.
14:01Entró y cerró la puerta a su espalda, sumergiéndose en la penumbra del cuarto. El aire olía a él,
14:07a cera de abeja, a incienso y al aroma seco de los libros viejos. Sus ojos recorrieron la humilde
14:15estancia. Todo estaba en un orden impecable. La cama estrecha, perfectamente hecha. La pequeña mesa
14:24con un crucifijo de madera de olivo y una palmatoria. La silla de mimbre junto a la ventana. Y la estantería,
14:32con sus libros de teología y filosofía organizados con esmero. Sobre la mesa, junto al crucifijo,
14:39un libro de salmos abierto por la mitad. Se acercó al pequeño armario de madera oscura. Dudó un
14:46instante, sintiéndose una profanadora, una intrusa violando la intimidad de un hombre bueno.
14:54Pero la necesidad de saber era más fuerte que el pudor. Abrió la puerta con cuidado.
14:58Dentro, colgadas en perchas, estaban sus sotanas, negras y austeras. En un estante,
15:07un par de camisas blancas dobladas y algunos objetos personales. Un cepillo de cerdas naturales,
15:13una navaja de afeitar, una pequeña caja con botones de repuesto.
15:19Rebuscó con manos temblorosas, sin saber muy bien qué esperaba encontrar. ¿Una carta de amor? ¿Un
15:25billete de tren? ¿Algo que confirmara su dolorosa sospecha? Sus dedos rozaron algo rígido escondido
15:31entre las páginas del libro de salmos que había dejado sobre la mesa. No, no estaba dentro del
15:37libro, sino debajo, como si lo hubieran deslizado allí con prisa. Era un sobredoblado. Lo tomó. El papel
15:47era grueso, de buena calidad. No tenía destinatario. Su corazón se aceleró. Lo desdobló con dedos torpes.
15:55Dentro, una única hoja de papel. Reconoció al instante la caligrafía del padre Samuel,
16:02elegante e inclinada. Pero el contenido la dejó perpleja. No era una carta de despedida. No había
16:10palabras de amor ni de arrepentimiento. Eran frases sueltas, fragmentos inconexos, como las notas
16:16apresuradas de un hombre que teme ser interrumpido en cualquier momento. Vigilante de la torre, los
16:24ojos que todo lo ven. Perdón por no haberlo dicho antes. El sello del secreto es una carga pesada. Hay
16:33lobos con piel de cordero dentro de estos muros. Proteger la verdad, cueste lo que cueste. María
16:41leyó las crípticas líneas una y otra vez, tratando de encontrarles un sentido. Vigilante de la torre,
16:49los ojos que todo lo ven, lobos con piel de cordero. Aquellas palabras no hablaban de una huida romántica.
16:57Hablaban de peligro, de secretos, de una amenaza latente dentro de la promesa. El tono
17:03no era el de un hombre que escapa por amor, sino el de uno que se prepara para una batalla o que
17:08intenta dejar una advertencia desesperada. Un escalofrío recorrió su espalda. Su teoría,
17:15aquella que tanto dolor le había causado, se desmoronó en un instante, reemplazada por un
17:20miedo mucho más real y aterrador. Samuel no había huido. Lo habían silenciado. Guardó la nota en el
17:28bolsillo de su delantal, sintiendo el papel arrugado contra su piel como un talismán maldito.
17:36Salió de la habitación con el mismo sigilo con el que había entrado, pero ya no era la misma mujer.
17:43La pena se había transformado en pánico y la resignación en una determinación febril.
17:48Tenía que hacer algo. Al día siguiente, la tensión en el palacio era palpable. La ausencia del padre
17:57Samuel ya no era un simple tema de cotilleo, sino una fuente de ansiedad que afectaba al
18:01funcionamiento de toda la casa. María trataba de cumplir con sus tareas, pero su mente era un
18:08torbellino de pensamientos. La enigmática no tardía en su bolsillo. Mientras fregaba el suelo de baldosas
18:16del ala este, sus movimientos eran mecánicos, su mirada perdida. El agua jabonosa se desbordaba
18:25del cubo, creando un pequeño riachuelo que corría por el pasillo, pero ella apenas se dio cuenta.
18:33Fue entonces cuando la voz cortante de Petra Arcos, la doncella personal de la marquesa,
18:38la sacó de su ensimismamiento.
18:40Se puede saber qué haces, María, espetó Petra, plantándose frente a ella con las manos en las
18:48jarras y una expresión de desdén.
18:52Ayer dejaste el suelo del ala este a medias. El jabón sigue ahí, secándose desde anoche,
18:57y el agua corre por el pasillo como si esto fuera un río.
19:00¿Qué clase de criada abandona el servicio de esta manera? María, sobresaltada, levantó la vista.
19:11La cara de Petra, siempre severa, parecía hoy más agria que de costumbre.
19:17Lo siento, Petra. Murmuró, volviendo a su tarea con desgana.
19:24No tuve tiempo de volver. Tú misma sabes cómo estuvo el día de ayer, con todo este revuelo.
19:30Sé que cada una tiene que hacer el trabajo por el que se le paga, y no es poco, por cierto.
19:38Lo demás son excusas baratas, replicó Petra, su voz subiendo de tono.
19:43Mientras tú te dedicas a soñar despierta, el resto tenemos que hacer tu trabajo y el nuestro.
19:51La injusticia de la acusación, sumada a la angustia que la consumía, hizo que algo se rompiera dentro de María.
19:57Se hirguió de golpe, el cepillo de fregar en la mano como si fuera un arma.
20:05No me vengas ahora con sermones, Petra. Explotó, su voz resonando en el pasillo silencioso.
20:11Hay gente en este palacio que no mueve un dedo en todo el día y nadie le dice nada.
20:19No me compares con ciertas señoritas que se esconden detrás de las faldas de otras para no dar un palo al agua.
20:26¿A quién te refieres? Mide tus palabras, insolente.
20:29Me refiero a ti. Tú eres sirvienta como yo, y deberías dar ejemplo en lugar de desaparecer a tus anchas como si fueras superior a las demás.
20:38Mientras tanto, las personas que de verdad importan, las que traen algo de bondad a este lugar, desaparecen y a nadie parece importarle una higa.
20:47¿Superior? ¿Estás oyendo lo que dices? Ya no aguanto más este palacio asfixiante, estas órdenes vacías.
20:56La discusión iba subiendo de tono, atrayendo las miradas curiosas de otros sirvientes que asomaban la cabeza por las puertas.
21:04En ese momento, una voz firme y gélida, como el filo de una cuchilla, cortó el aire.
21:14¿Qué está pasando aquí? Las dos mujeres se callaron en seco, girándose como si un resorte las hubiera movido.
21:23Cristóbal, el mayordomo, estaba de pie al final del pasillo, con las manos cruzadas a la espalda y el ceño fruncido en una máscara de fría autoridad.
21:34Su mera presencia bastó para helar el ambiente, exijo una explicación.
21:39Ahora, Petra, recuperándose rápidamente, fue la primera en hablar, hinchando el pecho con aire de víctima ofendida.
21:48Señor Cristóbal, la criada María está descuidando sus funciones de manera flagrante.
21:54Y en lugar de aceptar la reprimenda como es debido, se ha puesto a gritar en medio del patio como si fuera la dueña de la casa.
22:04¿Me ha insultado gravemente? Eso es mentira.
22:07Saltó María, su voz entrecortada por la rabia y la impotencia.
22:13Ella me insultó primero. Solo dejé mi trabajo a medias, pero con un buen motivo.
22:17Estamos viviendo una desaparición, una tragedia, y nadie parece moverse para entender qué ha pasado.
22:28Solo nos preocupamos de que los suelos brillen.
22:31Cristóbal dio un paso al frente, su mirada pasando de una a otra congélida desaprobación.
22:36Este palacio se rige por un orden.
22:40Y ese orden se va a mantener, con o sin el padre Samuel, sentenció, su voz baja pero resonante.
22:49Los lamentos no limpian el suelo.
22:51Los sentimientos no ordenan los salones.
22:53Si desean llorar, lamentarse o gritar, háganlo en la privacidad de sus aposentos.
22:59Aquí, en las zonas de servicio y ante los señores, exijo con postura y eficiencia.
23:08¿Ha quedado claro?
23:09María bajó la cabeza, mordiéndose el labio para contener las lágrimas de frustración.
23:15Se sentía humillada, incomprendida.
23:19Petra, por su parte, no perdió la ocasión de lanzarle una mirada de triunfo disimulado.
23:24Basta ya, concluyó Cristóbal, su tono final e inapelable.
23:31Quiero este pasillo limpio y en perfecto estado antes del mediodía.
23:35Y no quiero oír una sola discusión más.
23:38La próxima vez, ambas serán apartadas de sus funciones por tiempo indefinido.
23:44Se dio media vuelta y se alejó con el mismo paso marcial con el que había aparecido,
23:50dejando a las dos mujeres solas en un silencio tenso y cargado de resentimiento.
23:54Sin cruzar una palabra más, María volvió a su cubo y a su cepillo,
24:00fregando el suelo con una furia contenida,
24:03mientras Petra se alejaba con aire de superioridad, satisfecha de haber ganado la batalla.
24:10Los días siguientes se arrastraron con una lentitud exasperante,
24:14como un velo espeso de niebla que se negaba a levantarse sobre el palacio.
24:17Nada cambió, no llegó ninguna carta, no surgió ningún testigo fiable.
24:25Los rumores, al no encontrar nuevo alimento, comenzaron a disiparse como el humo,
24:30dejando tras de sí solo un pozo de resignación.
24:34El silencio, ese mismo que había marcado la ausencia de las campanas de la capilla,
24:40siguió resonando por los salones y los corredores.
24:42María releyó la enigmática nota cada noche, a la luz temblorosa de una vela.
24:50Cada vez que sus ojos recorrían aquellas frases fragmentadas, su convicción se hacía más fuerte.
24:58El padre Samuel no había huido por amor, había huido por miedo, o peor aún, no había huido en absoluto.
25:04Había sido obligado a desaparecer. En la soledad de su pequeño cuarto, pasó otra noche en vela.
25:14El papel arrugado descansaba bajo su almohada, como si pudiera protegerla de una amenaza que aún no comprendía del todo.
25:21Miró al techo, angustiada, mientras la voz del padre resonaba en su memoria.
25:28Su tono calmado al escuchar sus confesiones, sus consejos discretos,
25:33la forma en que la llamaba hija cuando necesitaba mantener la formalidad de su ministerio,
25:38y María cuando hablaba desde el corazón, con una calidez que la envolvía como un abrazo.
25:44Aquella carta inconexa era la prueba de que su desaparición no había sido una elección.
25:51Había miedo en esas palabras, urgencia, y, sobre todo, peligro.
25:56Y si ella no actuaba pronto, podría ser demasiado tarde.
26:01A la mañana siguiente, sin importarle las posibles represalias,
26:05hizo acopio de todo su coraje y solicitó una audiencia privada con el Marqués de Luján.
26:12Fue una osadía, una ruptura de todo protocolo, pero la desesperación le dio fuerzas.
26:17Para su sorpresa, Alonso de Luján, un hombre justo a pesar de su porte aristocrático, accedió a recibirla.
26:29Fue conducida a su despacho, un lugar imponente lleno de libros encuadernados en cuero,
26:34mapas antiguos y el olor a tabaco de pipa.
26:37El Marqués la escuchó con una atención inesperada, sentado tras su enorme escritorio de caoba.
26:46María, con la voz temblorosa pero firme, le relató todo.
26:50La extraña desaparición, los rumores contradictorios, los pasos oídos en el huerto, y finalmente, la nota.
26:58María, sacó el papel arrugado de su bolsillo y se lo entregó.
27:03Alonso se ajustó los quevedos y leyó las líneas varias veces, su expresión volviéndose cada vez más sombría.
27:12María, ¿estás segura de lo que dices? Preguntó, su voz grave y cargada de preocupación.
27:18¿No estarás permitiendo que tus sentimientos, tu afecto por el Padre, confundan tu juicio?
27:26No inventaría ni una sola palabra, señor Marqués.
27:31Respondió ella, mirándolo directamente a los ojos, suplicante.
27:36El Padre Samuel no huyó.
27:39Lo silenciaron, y si no vamos a buscarlo ahora, si no investigamos lo que realmente ha sucedido, nadie más lo hará.
27:48Nos conformaremos con el silencio, y yo no puedo vivir con eso.
27:52Conmovido por la vehemencia y la lealtad de la criada, y recordando el profundo respeto que él mismo sentía por Samuel, un hombre íntegro y sabio, Alonso asintió con gravedad.
28:05Muy bien, María, haré lo que esté en mi mano. Has hecho lo correcto al venir a mí.
28:09Ese mismo día, el Marqués de Luján mandó llamar al Sargento Funes, un hombre de la Guardia Civil conocido en la comarca por su tenacidad y su discreción.
28:21El Sargento llegó al palacio con su cuaderno de notas en la mano y una mirada atenta que no perdía detalle.
28:27Se reunió con el Marqués en el despacho, y Alonso le relató los hechos tal y como María se los había descrito.
28:37Al final, le entregó la nota. Funes la examinó bajo la luz del candil, leyéndola una y otra vez.
28:47Anotó las frases en su cuaderno.
28:48Vigilante de la torre, los ojos que todo lo ven.
28:54Proteger la verdad, cueste lo que cueste.
28:57Luego, levantó la vista hacia el Marqués.
29:02Esto, señor Marqués, no es una carta de despedida.
29:06Dijo con una certeza que geló la sangre de Alonso.
29:11Esto es una denuncia camuflada.
29:12O una advertencia.
29:14Durante los días siguientes, el Sargento Funes y sus hombres llevaron a cabo una investigación discreta pero exhaustiva en los alrededores del palacio.
29:25Interrogaron a criados, cocheros y jornaleros.
29:28Peinaron los jardines, el huerto y el bosque cercano.
29:33Anotaron cada pequeño ruido mencionado, cada sombra citada, cada detalle fuera de lugar.
29:38Y finalmente, en una búsqueda por la zona más boscosa y apartada, cerca del viejo camino que llevaba al establo menor, encontraron algo.
29:50Entre unos arbustos espinosos y un montón de hojas secas, apareció una tira de tela negra.
29:57Rasgada, sucia de barro y enganchada a una rama afilada.
30:01Era, sin lugar a dudas, un trozo de la sotana del padre Samuel.
30:05Junto a ella, otras evidencias confirmaron sus peores temores.
30:11Una mancha oscura y reseca en la tierra, que bien podría ser sangre, huellas de arrastre, como si un cuerpo hubiera sido arrastrado hacia el interior del bosque.
30:21Y, medio enterrada en el lodo, una pequeña cruz de madera, la que el sacerdote siempre llevaba al cuello, partida por la mitad.
30:28El sargento Funes informó de inmediato a Alonso.
30:34Al ver la tela rasgada y la cruz rota, el marqués cerró los ojos con fuerza, como si no quisiera creer lo que veía.
30:43Una rabia sorda y fría se apoderó de él.
30:46Esto no puede estar ocurriendo en mis tierras.
30:48En mi casa, lo está, señor marqués.
30:53Dijo Funes con una mirada sombría y decidida.
30:57Y si me permite una suposición, alguien dentro de este palacio no quería que el padre hablara.
31:04Y ese alguien hizo todo lo posible para impedirlo.
31:08Pasaron las semanas.
31:09La investigación oficial se topó con un muro de silencio.
31:12Nadie había visto nada, nadie sabía nada.
31:18Los rumores sobre la desaparición de Samuel se fueron apagando, reemplazados por nuevas intrigas y quehaceres cotidianos.
31:27Algunos comenzaron a creer que el sacerdote había sido encontrado y trasladado a un sanatorio para recibir tratamiento lejos de allí.
31:34Una historia conveniente que calmaba las conciencias.
31:36Otros, los más cínicos, empezaron a decir que su recuerdo no era más que una invención de las criadas más sentimentales.
31:48Pero María no desistió.
31:49Su fe en el regreso de Samuel era lo único que la mantenía en pie.
31:55Cada tarde, al terminar sus labores, encendía una vela en la capilla silenciosa y se sentaba en el primer banco, frente al altar vacío.
32:03No rezaba pidiendo una explicación, ni consuelo para su propio dolor.
32:10Rezaba por él.
32:12Por su regreso, era un ritual silencioso, un acto de resistencia contra el olvido.
32:18Y fue precisamente cuando la esperanza comenzaba a flaquear en todos los demás, cuando su nombre ya casi no se pronunciaba en los pasillos, que él apareció.
32:27Ocurrió una tarde, cuando el sol descendía tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, y los campos comenzaban a sumirse en la penumbra.
32:39Un caballo solitario, exhausto, surgió por el sendero de barro que llevaba a la entrada principal.
32:46Y sobre él, encorvado, casi fundido con la montura, una figura humana que parecía un saco de huesos.
32:56Sus ropas, o lo que quedaba de ellas, estaban hechas jirones.
33:01Su rostro era una masa de hematomas y cortes, cubierto por una barba de varias semanas.
33:06Sus ojos, hundidos en las cuencas, no tenían brillo alguno.
33:13El caballo, guiado por un último instinto, se detuvo frente a la escalinata del palacio.
33:20Uno de los lacayos, que salía a encender los faroles, corrió a sujetar las riendas justo en el momento en que el hombre se desplomaba hacia un lado, cayendo pesadamente al suelo.
33:31Vera, que regaba las macetas de la entrada, fue la primera en reconocerlo.
33:38Un grito ahogado escapó de su garganta.
33:42Dios santo, es el padre Samuel.
33:44El grito fue la mecha que encendió la pólvora.
33:48El alboroto se desató.
33:51Las puertas del palacio se abrieron de par en par.
33:54Criados y señores salieron a ver qué ocurría.
33:56María, que estaba en la cocina, oyó el grito y el nombre, y corrió como si le fuera la vida en ello, abriéndose paso entre la gente con el corazón desbocado y los ojos llenos de lágrimas.
34:11Alonso apareció en lo alto de la escalinata, petrificado por la visión.
34:15El sargento Funes, que casualmente se encontraba en el palacio para informar al marqués, se acercó con rapidez y profesionalidad, ayudando a los lacayos a levantarlo.
34:26El cuerpo inerte del sacerdote fue llevado a la antigua sala de lectura, un lugar tranquilo y apartado, donde la propia marquesa, Catalina, autorizó que lo atendieran con urgencia.
34:40En un abrir y cerrar de ojos, la sala se convirtió en una enfermería improvisada.
34:47Pía trajo paños limpios y agua caliente.
34:50Llana, con sus conocimientos de hierbas, preparó infusiones calmantes.
34:57Catalina misma, con una sorprendente habilidad médica, limpió sus heridas y aplicó vendajes.
35:04Durante los primeros días, Samuel fue un fantasma suspendido entre la vida y la muerte.
35:12Apenas podía abrir los ojos.
35:14Su voz, cuando intentaba hablar, era un murmullo inaudible, su mente un laberinto de confusión y delirios.
35:21Pronunciaba palabras sueltas, sin sentido aparente, la torre, oscuridad, la verdad.
35:32María no se apartó de su lado ni un instante.
35:34Dormitaba en una silla junto a su lecho, sosteniendo su mano flácida y fría entre las suyas, como si su contacto pudiera anclarlo de nuevo a la vida.
35:45Le hablaba en susurros, contándole las cosas triviales del día, leyéndole los salmos que a él tanto le gustaban.
35:51—¿Has vuelto? —le preguntaba sin descanso, las lágrimas rodando por sus mejillas.
35:58—¿Me oíste rezar por ti? Te he esperado cada día, Samuel. Cada día.
36:06Pero fue el cuarto día cuando, al amanecer, Samuel despertó.
36:12Abrió los ojos y miró al techo con una claridad que no había tenido hasta entonces.
36:18Giró lentamente la cabeza, recorriendo la habitación con la mirada, como si por fin reconociera el entorno.
36:24Sus ojos se posaron en María, que se había quedado dormida con la cabeza apoyada en el borde de la cama.
36:34—María —dijo, su voz ronca y débil, pero perfectamente clara.
36:39Ella se sobresaltó, levantando la cabeza de golpe.
36:44Al ver sus ojos abiertos y lúcidos, una alegría inmensa la inundó.
36:50—Padre, estás despierto. Dios mío, estás bien.
36:54—Estoy aquí, hija. Respondió él, esbozando una débil sonrisa.
37:01—Estoy aquí, pero necesito, necesito hablar con el sargento Funes.
37:06Y con el marqués.
37:08Ahora, en ese mismo instante, María corrió a avisarles.
37:13Funes y Alonso acudieron rápidamente al cuarto.
37:16Se reunieron en torno a la cama, un pequeño cónclave de rostros tensos y expectantes.
37:22María permaneció de pie junto a la cabecera, sin soltar la mano de Samuel.
37:29Con un esfuerzo titánico, incorporándose sobre las almohadas, Samuel comenzó a relatar lo que recordaba.
37:37Su voz era baja, pero cada palabra caía en el silencio de la habitación con el peso de una piedra.
37:42Aquella noche, yo estaba en la capilla, preparándome para partir.
37:49Comenzó. Había decidido contar la verdad.
37:54Tenía que hacerlo. Iba a prestar testimonio ante el obispo.
37:57Yo sabía algo, algo que podría exculpar a la marquesa Cruz de las acusaciones que pesan sobre ella.
38:03Alguien me lo había confesado, bajo secreto de confesión, pero las circunstancias me liberaban de ese sello.
38:14Alonso apretó los labios, perplejo.
38:17Exculpar a mi hermana.
38:18¿De qué hablas, Samuel?
38:19Antes de que pudiera salir del palacio, continuó el sacerdote, ignorando la pregunta.
38:27Dos hombres me rodearon en el camino oscuro que lleva a la cochera.
38:33Estaban esperándome. Uno de ellos me golpeó por la espalda.
38:36El otro, el otro sostenía algo pesado.
38:41Sentí el impacto en la cabeza.
38:43Y luego solo oscuridad.
38:45Me arrastraron al bosque.
38:46Me tuvieron prisionero en una cabaña abandonada, lejos de aquí.
38:52Creían que me habían matado, pero sobreviví.
38:55Logré escapar hace unos días, cuando uno de ellos se descuidó.
39:00¿Dos hombres?
39:02Preguntó Funes, su lápiz volando sobre el papel.
39:05¿Pudo ver sus rostros?
39:08No.
39:09Negó Samuel, cerrando los ojos al recordar.
39:12Estaba demasiado oscuro.
39:13Pero la voz, la voz de uno de ellos la conozco.
39:18La he oído muchas veces en esta casa.
39:20Estoy casi seguro de que era Lorenzo de la Mata, el capitán.
39:26Su arrogancia es inconfundible.
39:28Incluso en un susurro, un silencio glacial invadió la sala.
39:32El nombre de Lorenzo, cuñado del marqués, un hombre ambicioso y sin escrúpulos, cayó como una bomba.
39:42Y el otro, prosiguió Samuel, su voz volviéndose aún más débil.
39:47No estoy seguro.
39:48Era una sombra silenciosa, pero siempre andaba cerca de él, como un perro fiel.
39:56Tal vez, tal vez fuera su ayudante, ese hombre sombrío, Leocadio.
40:03Sabían que yo iba a hablar.
40:05Sabían que mi testimonio cambiaría el curso de muchas cosas en esta casa.
40:08El sargento Funes anotó cada palabra.
40:13María lloraba en silencio, su mano apretando con fuerza la de Samuel.
40:20Alonso se puso en pie, su rostro una máscara de furia y traición.
40:25Caminó hacia la ventana, dándoles la espalda,
40:28mientras sus puños se cerraban con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.
40:34Señor Marqués, dijo el sargento Funes con una gravedad solemne.
40:38Si el padre dice la verdad, y yo creo que la dice, tenemos que actuar de inmediato.
40:45Tenemos dos culpables de secuestro y tentativa de asesinato.
40:48Y lo que es más grave, la certeza de que la conspiración que ensucia el nombre de su familia
40:53se ha tejido desde dentro de esta misma casa.
40:57Y así, con la vuelta de Samuel y su aterradora revelación,
41:02una nueva etapa comenzaba en la promesa.
41:04Una etapa de justicia y de verdades desenterradas.
41:09Las sombras que se habían escondido durante tanto tiempo en los pasillos del palacio
41:13comenzaban a retroceder ante la luz.
41:17Pero la partida no había terminado.
41:19La detención de Lorenzo y Leocadio sería sólo el primer movimiento en un juego mucho más peligroso,
41:24y la próxima pieza en caer podría arrastrar consigo los cimientos mismos de la promesa.

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