8 jul, Jaén (EFE).- Poco días después de ser condenado a muerte, el poeta Miguel Hernández (1910-1942) entregó a su esposa, Josefina Manresa, el retrato que le hizo su amigo Antonio Buero Vallejo. Quería que lo recordara su hijo cuando saliera de la cárcel, un sueño que no fue posible porque el autor de ‘Viento del pueblo’ o ‘El rayo que no cesa’ murió en marzo de 1942 enfermo y abandonado en la prisión de Alicante.