Más de un año de presiones, maniobras y operaciones de la Casa Rosada no fueron suficientes para cumplir el sueño de Javier Milei de tener su propia Corte Suprema. Con 43 votos en contra del pliego de Ariel Lijo y 51 en contra de Manuel García-Mansilla, el Senado rechazó por una contundente mayoría ambas candidaturas al máximo tribunal. El decreto presidencial designando a ambos postulantes desató un conflicto institucional sin precedentes y provocó un profundo repudio, que terminó ahora con Garcia-Mansilla cumpliendo funciones y firmando fallos pero sin aval del Senado. En los pasillos del Congreso deslizaban que el exdecano de la Universidad Austral presentaría su renuncia en las próximas horas. Inmediatamente después de la votación, el juez federal Alejo Ramos Padilla dictó una medida cautelar para que el nuevo cortesano se abstenga de tomar más decisiones y Lijo de jurar en la Corte. La Oficina del Presidente sacó un comunicado reforzando el discurso "anticasta": "convertido en una máquina de impedir, el Senado no actúa en favor del pueblo, sino que tiene como único fin obstruir el futuro de la Nación Argentina".