Mascambroni es otro viejo conocido del festival, ganador de esta misma competencia hace ocho años con su ópera prima Primero enero, que previamente había pasado por la Berlinale. En ese festival también estrenó su trabajo siguiente, Mochila de plomo, que también fue parte de esta misma sección competitiva del Bafici en 2018. Como en ellas, en Lo deseado el vínculo paterno-filial vuelve a ocupar el centro de la escena, revelándose como el gran tema en torno al cual el director articula su filmografía.
Este eje, sin embargo, expone una evolución en la que los protagonistas se van haciendo grandes. Si su primera película giraba en torno a un padre divorciado intentando reformular la relación con un hijo sub-10 y la segunda estaba protagonizada por un preadolescente cuyo padre había sido asesinado, acá se trata de una chica a punto de comenzar su vida adulta, “forzada” a compartir un incómodo viaje con un padre que estuvo ausente en su vida durante años.
A partir del molde del coming of age, Mascambroni altera esa instancia de reconciliación introduciendo un elemento que abre la posibilidad de lo fantástico, quizá para jugar con la idea de que en la compleja relación entre padres e hijos no hay lugar para soluciones mágicas. Por otro lado, la elección de un formato de pantalla casi cuadrado y aristas redondeadas que recuerda las proyecciones de Super8, resulta oportuno para registrar los vaivenes del vínculo, obligando a retratar al padre y a la hija o bien por separado, o imponiéndoles la forzosa cercanía de compartir un cuadro tan chico.