Meri, cofundadora de la Fundación Colabora Birmania, llegó hace 16 años a Mae Sot, una localidad encajada en la selva del oeste de Tailandia, justo en la frontera con Birmania. Ella se ha convertido en una especie de ángel de la guarda de los refugiados de un país ahora asolado por los alrededor de 3.000 muertos oficiales que ha dejado el seísmo.Lucas de Cal, enviado especial a Mae Sot (Frontera entre Tailandia y Birmania) se ha adentrado en este orfanato para conocer su labor. "Aquí brindamos a los críos un lugar seguro donde dormir, comida y educación. En algunos casos, son hijos de padres que han muerto luchando en la guerra o por los bombardeos", dice ella.