Eugenio, de 80 años, padece Alzheimer y tiene graves dificultades de movilidad. Desde que la DANA destrozó el ascensor de su edificio, apenas ha salido de casa en dos ocasiones: una para enterrar a su hijo, fallecido en la riada, y otra con ayuda de la Cruz Roja y su hija, quien se encuentra desesperada ante la falta de soluciones.
Pero Eugenio no es el único. Joaquina, enferma de una grave dolencia, se ve obligada a subir y bajar cada día las escaleras de su cuarto piso, enfrentándose a un esfuerzo extremo que pone en riesgo su salud.