Puerto Rico vive un auge del turismo sin precedentes. La llegada de visitantes a la capital, San Juan, ha aumentado un 40%, así como la afluencia de cruceros y la ocupación hotelera. El negocio inmobiliario avanza a pasos agigantados, muchas veces sobre la vida de las especies costeras. Pobladores y ambientalistas salen a protestar. ¿Lograrán cambiar las reglas de juego?