Se abrió el telón en el Instituto Cervantes y allí apareció Pedro Sánchez para inaugurar otro curso político. Uno especialmente complicado, más bien al filo de lo imposible: sin Presupuestos de 2025 a la vista, en medio del polvorín de la financiación privilegiada para Cataluña y con Carles Puigdemont clamando venganza y varios casos de presunta corrupción en los tribunales. Entre ellos, el de su mujer y el de su hermano.