La siesta puede ser una poderosa herramienta para mantener la salud del cerebro y reducir el riesgo de deterioro cognitivo. Las siestas regulares por la tarde nos ayudan a refrescar la memoria y a mejorar las funciones cerebrales, proporcionando a la mente un necesario reinicio. Este hábito forma parte de un conjunto más amplio de prácticas que pueden mantener nuestro cerebro ágil y resistente frente a la demencia relacionada con la edad. Participar en actividades como juegos mentales, leer en voz alta y practicar la atención plena también contribuye significativamente al bienestar cognitivo. Las técnicas de memoria asociativa, en las que la información nueva se vincula a los conocimientos existentes, crean una sólida red mental que mejora el recuerdo y la comprensión. Es esencial llevar un estilo de vida saludable, desde los 20 o 30 años. Esto incluye adoptar una dieta nutritiva, moderar el consumo de alcohol y garantizar periodos de descanso regulares y significativos. La incorporación de estos hábitos no sólo estimula la función cerebral, sino que también favorece el bienestar general.