Cuando retomé mi contacto con el mundo linuxero a principio de 2018, unos años antes había tenido unos escarceos, me sentía muy feliz por entrar en un mundo que imaginaba diferente en mentalidad al de Windows. Diferente por ser alternativo, libre y de código abierto, de una mentalidad más amplia, con más sentido común. A finales de ese mismo año llegó a mi vida Telegram y gracias a los grupos de GNU/Linux mis escasos conocimientos fueron aumentando. También, gracias a Telegram, poco a poco fui descubriendo que, cual serie turca o culebrón venezolano, no todo es tan bonito como en apariencia pretende ser.