Se acabó la Semana Santa, en teoría, porque para media España todos los días serán Viernes de Dolores, hasta que tengamos elecciones generales.
No me consuela que Pedro Sánchez -rehén de sus vergonzosas claudicaciones- viva hasta entonces un vía crucis continuo.
Vía Crucis que, muy probablemente, se agrave tras las autonómicas catalanas del próximo 12 de abril.
El rumor, cada hora más intenso, es que el socialista Sánchez no se come el turrón.
De que antes de Navidades, motu propio o forzado por las circunstancias, tendrá que convocar a los españoles a las urnas y mi impresión es que esta vez, a diferencia de lo que pasó para mi sorpresa y la de muchos el pasado 23 de julio, no le van a dar las cuentas para montar otro Gobierno Frankenstein y seguir volando en Falcon y durmiendo a pierna suelta en La Moncloa.
El jefe del PSOE ha repetido hasta la saciedad que su intención es completar la legislatura y que se la bufa carecer de presupuestos y seguir entregando trozo de España a proetarras y separatistas, pero cambiará de opinión, como siempre, si a la izquierda y sus compinches le salen medio bien las cosas en Cataluña y el sinuoso Salvador Illa se encarama a la presidencia de la Generalitat.
A mi me parece improbable.
Lo que tiene más visos de cristalizar y sobre lo que trabaja el PP, es que todo se le complique a Sánchez y no le quede otra.
La prórroga de los Presupuestos Generales de 2023 y la complicada aritmética parlamentaria que se adivina tras las autonómicas vascas y las catalanas, sumado al previsible revolcón en la europeas del 6 de junio, son dinamita para la UTE -la unión temporal de empresas y partidos- montada por Sánchez con Bildu, PNV, ERC y Junts.
Desde hace unos días, el partido de Feijóo alimenta la tesis de que esta legislatura ha iniciado su cuenta atrás, porque el golpista Puigdemont apretará el ‘botón nuclear’ si no lo hacen ‘honorable president de Cataluña’.
Los más osados dan incluso fecha: noviembre de 2024.
Yo no lo se, pero me llevaría una alegría.
Lo que les garantizo es que tengamos a no generales este año, nosotros vamos a seguir dando la matraca con la corrupción del PSOE hasta que Armengol, Puente, Torres, Marlaska, López, Ábalos, Sánchez y Begoña Gómez -que es por donde terminará rompiéndose el muro- aprendan tagalo.