Alfonso Rojo: “El asesino Josu Ternera, el palanganero Evole y la mierda del periodismo español”
  • hace 7 meses
En Periodismo, es más viejo que la linotipia el debate sobre si es ético publicar entrevistas con criminales.
Yo estoy en contra de dar altavoz a asesinos y terroristas, pero entiendo que primen la libertad de expresión y el derecho de la ciudadanía a conocer hasta lo más abyecto.
Con una cortapisa: nunca cuando el facineroso se beneficie económica, moral, penal o publicitariamente.
Este 22 de septiembre de 2023, en el siempre pringoso Festival de Cine de San Sebastián, proyectarán la última creación del periodista Jordi Évole titulada ‘No me llames Ternera’.
El documental, que dura 101 minutos y durante el que Evole conversa con el etarra Josu Ternera, está dedicado al tipejo que , en 1987 dio la orden de explosionar un coche bomba en la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, matando a once inocentes, cinco de ellos niñas.
Durante el reportaje, como gancho para subir el morbo y captar más público, el sanguinario Ternera revela que entre los muchos asesinatos que perpetró, hay uno que nunca ha figurado en su siniestro casillero: el del alcalde de Galdácano, perpetrado en 1976 y que ha prescrito por la estúpida e irresponsable amnistía del 77.
¿Merece esa escoria humana el lametón que le propina Evole y los aplausos que le dedicarán los subvencionados del Festival de San Sebastián?
La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha rechazado revisar el documental, como reclamaban la víctimas de ETA y Dignidad y Justicia.
Sobra decir que es la misma Fiscalía que solicitará en breve que Rubiales, imputado por darle un beso en la boca a Jenni Hermoso, se le retire el pasaporte y se le imponga la obligación de comparecer, al menos una vez al mes, ante el juzgado más próximo a su domicilio.
Lo pinten como lo pinten, es evidente que el documental sobre Ternera, financiado por Netflix, forma parte del proceso de blanqueado de ETA y de la banalización del horror terrorista, que impulsan con esmero el PSOE y sus acólitos desde los tiempos de Zapatero.
Como atenuante de Evole, que tiene en su mochila selfies con Otegi y varios ‘masajes’ a etarras, es obligado subrayar ni es el único al que la moral, los principios o la decencia le importan un comino, si puede sacar pasta o fama.
Josu Ternera huyó a Francia en 2003, cuando el Supremo le imputó por fin la carnicería de Zaragoza, pero antes, aquí en España y a pesar de que había sido jefe de ETA y condenado por once asesinatos y como impulsor de otros 88, fue diputado en el Parlamento Vasco.
Y como representante de Bildu hasta lo colocaron en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara vasca, prueba sonrojan de lo agilipollado que está este país.
Alega Evole en su cuenta de Twitter que ‘entrevistar no es blanquear, ni significa compartir las ideas del entrevistado”.
Tiene razón, pero yo me pregunto si vería tan interesante departir campechano con el viejo jefe terrorista si a su hijo Diego, que acaba de cumplir 15 años, lo hubiera despanzurrado la metralla, como a las cinco niñas de Zaragoza.
O si a la fotóg
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