La propuesta de Pedro Sánchez de debatir cara a cara todos los lunes con Alberto Núñez Feijóo, antes de las elecciones, tuvo la respuesta inmediata del Partido Popular. Un 'no' rotundo acompañado de la palabra excentricidad, que es lo que el PP considera que es el querer debatir públicamente sobre las propuestas de cada uno de los partidos. Un ejercicio indispensable si no queremos entrar en el bucle de las declaraciones de unos y de otros, envueltas en un ruido ensordecedor, entre las que es muy difícil entresacar algo en claro.Debatir en democracia debería ser lo habitual, sentarse y plantear lo que uno propone para que el elector sepa que cuando se habla, por ejemplo de pensiones, qué es lo que propone un partido y qué es lo que propone otro, o cuando se habla del salario mínimo, o cuando se habla de vivienda o cuando se habla de cambio climático o de los derechos de las mujeres. Es importante que sepamos qué es lo que quiere para nosotros cada una de las fuerzas políticas que se presenta a las elecciones, cuanta más información tengamos, mejor a la hora de decidir nuestro voto.Dijo el presidente que estos cara a cara no son incompatibles con otros debates con más partidos, pero no parece que el PP tenga ninguna intención de facilitarlo. Prefiere proclamar en los mítines que de lo que van estas elecciones es de la derogación del 'sanchismo', pero sin dejar claro en qué consiste esto, que de lo que ha puesto en marcha este gobierno va a tirar él para atrás si llega a la Moncloa.Rechazar el marco de los debates para el intercambio de propuestas, sin espacio para las descalificaciones, los bulos o las frases preparadas para los mítines electorales, solo tiene una interpretación, y esta es que Feijóo, que el PP no tiene una propuesta clara para este país, porque si la tuviera, ¿qué problema hay en defenderla en los debates que sean necesarios? Y cuantos más mejor. En democracia debatir siempre es positivo, la democracia consiste en poder elegir después de hab