Ayer a esta hora les contábamos el acuerdo del PSOE y Sumar para la investidura de Pedro Sánchez, un acuerdo que sienta las bases para la reedición de un nuevo gobierno progresista, solo con un matiz, importante, sin los votos de otros grupos de la Cámara, nacionalistas e independentistas, el documento firmado ayer con toda solemnidad no servirá para nada.Y sería una lástima, porque el documento habla de la vida de la gente, de las cosas que pueden facilitarnos esa vida o hacérnosla un poco mejor, pero que para pasar del papel a la práctica es indispensable el acuerdo con los independentistas y, sobre esto, seguimos a oscuras, ayer en la firma del documento Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no aceptaron preguntas. Sin esos hipotéticos socios, la agenda social diseñada por socialistas y Sumar quedará en un cajón, y eso que hay cosas interesantes, aunque las hay también de complicada aplicación. Una agenda que confirma el perfil izquierdista del gobierno ante la desesperación de la patronal y la derecha política, que no solo pronostican el cataclismo de la ruptura de España, sino que ahora también podrán hablar de la quiebra del país.Como declaración de intenciones estuvo muy bien y, como decíamos ayer en El Abierto, por fin el debate va de cosas que afectan a los ciudadanos, como la reducción de la jornada laboral, el salario mínimo interprofesional, una reforma del despido o un estatuto del becario, cuestiones que así, en bruto, suenan bien, pero que luego, llegado el caso, habrá que aterrizar y para ello va a ser indispensable el concurso de los empresarios que, de entrada, se han puesto de uñas.Y está bien que los partidos políticos, cuando negocian, pongan el acento en estos asuntos, porque va la vida de la gente en ello. Y esta es la gran pregunta para los independentistas: ¿también se puede permitir este país renunciar a estas mejoras sociales, a cambio de una medida que sí, puede que traiga la concordia, pero que al final va a beneficiar, sobre todo, a