La mascarada de Sánchez en Ermua, junto al caradura del PNV, produce arcadas

  • hace 2 años
Este tipo no sabe lo que es la vergüenza. Lo vimos este domingo, durante el homenaje oficial a Miguel Ángel Blanco.

Pedro Sánchez habló de España y Vascongadas como si fueran dos países. Y no fue un lapsus o un error, porque leyó un texto escrito y esos discursos se preparan y revisan durante semanas.

Este 10 de julio de 2022 vimos al líder PSOE a la derecha del Rey, hablando con cara de pena del muchacho de 29 años al que asesinaron los compinches de aquellos a los que él ha entregado su Gobierno, las leyes y la memoria democrática de España.

Y a su lado, también con gesto contrito, estaba su aliado el lehendakari Iñigo Urkullu, dirigente de un partido como el PNV, que durante cuatro décadas -como reconoció el ex jesuita Arzalluz-, recogió las nueces ensangrentadas que caían del árbol que sacudían los asesinos de ETA.

En la vida, por encima de todo, están la decencia y la dignidad.

Y si Urkullu y Sánchez tuvieran algo de esas cualidades, no debieron aparecer por Ermua, cuando se cumplen 25 años de la vil cobardía.

Daba pena ver al Rey en aquel escenario, obligado por el protocolo a estrechar manos y sonreír a todos.

Felipe VI estuvo en su sitio y pronunció un discurso a tono, tragándose sin duda lo que piensa realmente de la mascarada de Sánchez.

Con respecto Marimar Blanco, no es difícil imaginar el asco que tuvo que producirle verse acompañada por quienes han demostrado respetar mucho más a los verdugos que a las víctimas.

Sánchez, el tipo que este fin de semana hizo publicar en los diarios del grupo Vocento un artículo en recuerdo del concejal del PP asesinado en 1997, es el presidente socialista que ha perpetrado la infamia de blanquear al partido de ETA asociándose con él en Navarra y utilizándolo como muleta para sacar adelante votaciones en el Congreso.

Es el presidente que, según ha revelado Otegi, paga el apoyo de Bildu sacando a la calle a los criminales de ETA.

Es el presidente que se abraza a los portavoces de Bildu, el partido sucesor de ETA, pero destila odio cuando se dirige al PP y a VOX.

Es el presidente que ha negociado el apoyo de los proetarras para sacar adelante una hedionda ‘Ley de Memoria Democrática’- la Ley Bildu-, donde se presenta a los sicarios de ETA como luchadores por la democracia.

No todo vale. Ni siquiera en política, señor Sánchez.

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