En las afueras de Madrid, hay un lugar donde dos noches al año las apuestas están permitidas sin ningún tipo de regulación. No se pagan impuestos. Tampoco se declara a Hacienda. Todo lo ganado o perdido se queda en casa. Al bolsillo, al bar o debajo del colchón... pero no se declara. Es la noche de la taba. Se trata de una antigua tradición de pastores y ganaderos. Un juego en el que se emplea un hueso de las patas traseras del cordero, la taba. En concreto se trata del astrágalo, una pequeña pieza que une la tibia y peroné con el hueso del talón y que los jugadores utilizan como si fuese un dado. Si sale el lado pintado - la carne - gana quien lanza la taba. Si sale el lado opuesto - el culo - , ganan los demás participantes, que entre todos han igualado la apuesta del tirador. Si la taba de canto, se repite la tirada las veces que sea necesario, aumentando la emoción. Y en el difícil caso de que el hueso quede un posición vertical, el dinero será para el crupier.