El proceso separatista ha despertado el negocio de la ideología. La muestra está en las calles catalanas, plagadas de esteladas, y en los balcones de las ciudades españolas, vestidos de rojigualda. Los bazares, las tiendas virtuales y los fabricantes hacen negocio. En las semanas que rodean a la consulta independentista y a la fiesta nacional se han vendido tantas banderas como en el acumulado de los últimos tres años.