Desde hace más de cuatrocientos años un pequeño pueblo de Burgos celebra una fiesta asombrosa. Al sonido de los tambores, los vecinos sacan sus colchones a la calle y los bebés menores de un año son colocados amorosamente sobre ellos. Todos esperan que los salte el “diablo”. Abuelos, padres e hijos han sido “saltados” por el Colacho, una representación del demonio que quiere llevarse a los niños y salta literalmente sobre ellos.