Detrás de la Razón - ¿Quién detendrá a Daesh?

  • hace 9 años
Quien quiere llegar a Bagdad, capital iraquí, tiene que pasar por Ramadi (oeste). La toma de Ramadi por parte del grupo takfirí EIIL (Daesh, en árabe) tiene connotaciones espeluznantes.

El mundo contemplaba, tan solo hace días, como las hordas terroristas rompían los cercos de las fuerzas gubernamentales. Desde el Departamento de Defensa de Estados Unidos (Pentágono) hasta los altos mandos militares en Bagdad, la realidad es preocupante.

El problema se mide en kilómetros: son 130 kilómetros de carretera desde Ramadi hasta la capital iraquí. No obstante, fuentes indican que las posiciones del EIIL estarían mucho más cerca; reportes inconclusos sitúan a los takfiríes a menos de 70 kilómetros de Bagdad.

Lo inherente a una actualidad tan incierta se traduce en pronósticos precipitados: Irak podría descender a una espiral de violencia a corto y mediano plazo.

En este contexto, miles de refugiados emprenden un éxodo de horror, algunos se salvan, pero otros no corren con tanta suerte y terminan en las garras de Daesh. Y es que aquellos episodios de barbarismo y violencia tienden a la repetición: así lo hemos visto en Siria, Libia o el mismo Irak.

Sin embargo, entre líneas hay un análisis aún más profundo en torno a los acontecimientos: ¿Dónde queda Washington a la hora de asistir a su "invadido/desvalido Irak"?

Cuando EE.UU. invadió Irak en 2003 se ocupó de quebrar, trastocar y fraccionar a este país hasta los tuétanos. Y ahora que Bagdad ni puede, ni cuenta con medios de autodefensa, sus hipotéticos aliados angloparlantes se hacen de la vista gorda.

Al parecer, Washington solo se involucra en conflagraciones cuando los intereses de las corporaciones como Halliburton, Boeing o Monsanto, entre otras, se hallan en riesgo.

Por ello, la lógica sustrae elementos de hipótesis: a lo mejor el EIIL podría ser mejor cliente para la Casa Blanca de lo que fue otrora, el tristemente célebre exdictador iraquí Saddam Husein.