Cuando los aviones supersónicos alcanzan una gran aceleración o hacen bruscas maniobras de cambio de rumbo, los cuerpos de los pilotos se ven sometidos a muy grandes presiones. Esto puede hacer que sufran desmayos en pleno vuelo, entre otros trastornos. Durante una maniobra, un piloto se ve presionado fuertemente contra el asiento, en especial en el tórax y la cabeza. Entonces, la sangre fluye hacia sus extremidades, dejando sin irrigación el pecho y el cerebro. La presión, además, hace difícil respirar. No hace falta que la maniobra dure mucho tiempo para que el piloto quede obnubilado y se desmaye. Los trajes anti G consisten en un sistema de cámaras con líquido que, al aumentar la aceleración vertical, se ínflan oprimiendo el cuerpo del piloto, en las piernas y el abdomen, evitando de esta forma que la sangre se desplace a esta parte del cuerpo, manteniendo el riego en el cerebro.