Hoy tiene 40 años, pero cuando cumplió la mayoría de edad renunció en Occidente a vivir en función de su ‘reencarnación’ para dedicarse al cine y a escribir.
Su infancia fue difícil, aislado del mundo y su familia en un monasterio en India. “Yo elegí la libertad porque ser una reencarnación significa ser un prisionero político y religioso”, asegura.
Aunque sigue apartado de la vida monástica dirige retiros espirituales con mucha meditación y clases de filosofía budista. Además ha creado una organización medioambiental para luchar contra la deforestación.