Hay niñas de 11, de 12 años, muchas de ellas convertidas en madres, viviendo con hombres de 30, de 40, incluso de 50 años. La mayoría en comunidades rurales, indígenas, donde el silencio, la costumbre y el abandono institucional perpetúan esta violencia. Porque hay que llamarlo por lo que es: violencia.Y lo ha dicho con toda claridad Eufrosina Cruz, activista y legisladora que ha vivido en carne propia lo que significa ser niña indígena y que te digan que tu destino ya está decidido:“A las niñas no las embarazan las estrellas. Las embarazan los hombres. Y el Estado lo permite con su omisión.”