En una remontada épica, el joven campeón logró lo imposible: levantó dos sets en contra, salvó tres bolas de partido y conquistó su segundo título consecutivo en la tierra batida francesa. Fue una demostración de mentalidad indestructible y espíritu competitivo al más alto nivel.
Frente a él, Jannik Sinner, su gran rival generacional, desplegó un tenis de élite: físico imponente, técnica depurada y una mentalidad férrea. Aun así, no fue suficiente. El marcador final —4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3), 7-6(2)— en cinco horas y 29 minutos, estableció un nuevo récord en la historia de Roland Garros.
Frente a él, Jannik Sinner, su gran rival generacional, desplegó un tenis de élite: físico imponente, técnica depurada y una mentalidad férrea. Aun así, no fue suficiente. El marcador final —4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3), 7-6(2)— en cinco horas y 29 minutos, estableció un nuevo récord en la historia de Roland Garros.
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