El suicidio de Armando Vega Gil, bajista de Botellita de Jerez, no debería desestimar el movimiento #MeToo, al contrario, su muerte debería hacerle ver a las autoridades que es urgente garantizar, por un lado, que cualquier mujer pueda denunciar abiertamente un abuso sin miedo. Y por otro, que cualquier acusado pueda defenderse sabiendo que la justicia llegará. En esta historia ni uno ni otro se sintieron escuchados y al final ambos perdieron