El volcán más grande de Europa volvió a entrar en actividad expulsando una enorme nube de cenizas, rocas y gas que alcanzó varios kilómetros de altura y provocó que una parte del cráter se desplomara.
Las impresionantes imágenes, que no tardaron en recorrer el mundo, preocuparon a los habitantes, aunque posteriormente aseguraron que el fenómeno no puso en peligro a la población circundante.