La política extremeña vivió este jueves uno de esos capítulos que los cronistas recordarán durante años. Miguel Ángel Gallardo, secretario general del PSOE en Extremadura, accedió a su escaño autonómico envuelto en la mayor expectación mediática que se recuerda desde tiempos de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Todo, mientras planeaban sobre su figura acusaciones graves: malversación, prevaricación y tráfico de influencias vinculadas a la contratación de David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno.
No defraudó el guion: justo cuando Gallardo juraba acatar la Constitución y el Estatuto de Autonomía, los cinco diputados de VOX se levantaron en bloque y abandonaron el hemiciclo en señal de protesta. El gesto fue tan simbólico como calculado. En política, los silencios suelen ser más elocuentes que los discursos: las cámaras se giraron hacia las bancadas vacías mientras desde el PSOE arreciaban los aplausos a su nuevo referente regional.
No defraudó el guion: justo cuando Gallardo juraba acatar la Constitución y el Estatuto de Autonomía, los cinco diputados de VOX se levantaron en bloque y abandonaron el hemiciclo en señal de protesta. El gesto fue tan simbólico como calculado. En política, los silencios suelen ser más elocuentes que los discursos: las cámaras se giraron hacia las bancadas vacías mientras desde el PSOE arreciaban los aplausos a su nuevo referente regional.
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