José Luis Presas es el retrato vivo de un estilo de vida extremo, entre lo táctico y lo friki, con hábitos que rozan lo militar incluso en la rutina más doméstica. Acostumbrado a escenarios de combate y supervivencia, ya sea en su finca, en el extranjero como mercenario, o en pleno centro de Madrid, mantiene prácticas poco comunes: bebe exclusivamente de cantimplora, incluso en su sofá, y nunca sale sin su mochila de 36 kilos, cargada con lo que él llama "EDC" (Every Day Carry), una suerte de kit de emergencia permanente.