Dicen que hay que seguir la pista del dinero. El gobierno de Estados Unidos ha congelado 2.000 millones de dólares en subvenciones a una de las universidades más prestigiosas (y la más rica) la de Harvard. Amenaza con recortar 9.000 millones. Para evitar que le pase lo mismo, la universidad de Columbia decidió acatar los requisitos del gobierno. Puede parecer lejano y un conflicto de la élite universitaria, y quizá tengo bastante de eso. Lo que no quita que tenga también que ver con la libertad de expresión y de enseñanza. En la campaña, cuando miles de estudiantes acamparon en los campus. Trump llegó a decir que estaban llenos de posibles terroristas y radicales. Su administración acusa a las universidades de difundir el ideario woke (políticas de igualdad, de diversidad) y de permitir manifestaciones antisemitas, dice. Su administración promueve la delación de quienes se manifiesten en favor de Palestina y varios estudiantes han sido detenidos ya por hacerlo. Se han cancelado visados y se han abierto expedientes de deportación. Ha contestado el rector de Harvard en un comunicado. Dice: "Ningún gobierno debe dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio pueden llevar a cabo". Así estamos. Harvard defendiendo la libertad de enseñanza.