El amor por los canarios de Ramiro Martín se remonta a su infancia, cuando en Navamojada (Ávila) los chavales los cogían del bosque. "Allí no había canarios, pero sí jilgueros, verdecillos, verderones o pardillos, y nos hacíamos con los nidos para poder criar".
Los secretos de la canaricultura son fascinantes, especialmente los que se refieren a la de canto, que es la que practica, y donde los animales compiten por equipos de cuatro canarios y de forma individual. "En los últimos años se ha añadido la modalidad de dúos, pero si no cantan los dos a la vez no puntúan", dice este canaricultor que ahora tiene unos 200 canarios.