Hace seis décadas, un joven actor llamado Clint Estwood, de 34 años, viajó a España para protagonizar una trilogía de películas del Oeste que pasarían a la historia del cine, catapultándole de paso hacia el estrellato internacional. Hasta ese momento, Eastwood era un intérprete más que trabajaba en la serie de televisión Rawhide (1959-1965). Pero las películas que rodó en nuestro país: Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966) no solo redefinieron el género, sino que también dejaron una huella imborrable en la Comunidad de Madrid, clave en las localizaciones y decorados de este fenómeno cinematográfico dirigido por el italiano Sergio Leone.