Durante la investidura de Donald Trump, en realidad, ganaron dos personas apellidadas Trump. Pero también hubo dos víctimas. La primera es Melania. De luto no por América, sino por la vida que le espera. Y Barron. No sonrió ni una sola vez en el acto. No se le quitó en ningún momento la cara de hastío y de pena, separado por unos cuantos asientos del resto de sus hermanos y cuñados.