Fue el desconsuelo de un gigante. Roto sobre el tatami, derrotado cuando el oro era su único objetivo en Tokio. «He aprendido a disfrutar del proceso», dice ahora Niko Sherazadishvili. Viajó el domingo a París, observando desde sus últimos entrenamientos en el Dojo de Brunete los éxitos de su gran amigo y compañero Fran Garrigós, los pupilos de Quino Ruiz.
El resurgir del judo español. Superado el proceso del salto a otro peso (-100 kilos) y una grave lesión de rodilla. Este jueves busca el desquite en el Campo de Marte.