Supongo que para Sánchez y su cuadrilla de maleantes esto es un ‘sinvivir’, pero para nosotros, contribuyentes de Hacienda y sufridos ciudadanos españoles, es un ‘sinparar’.
No hay día en que merced a los guardias civiles de la UCO y a la esforzada y persistente labor de la docena de periodistas asilvestrados, que se niegan a engordar amarrados al pesebre de La Moncloa, no afloren nuevas tropelías, mangancias y sinvergonzonerías del PSOE y sus compinches.
Hoy sale que Ximo Puig, ahora flamante Embajador del Reino de España ante la OCDE pero durante ocho años presidente socialista de la Comunidad Valenciana, pagó con cargo a nuestros impuestos desde el alquiler del chalé de uno de sus hermanos, hasta el reportaje fotográfico de la boda.
Habrá quien diga piadoso que quien no ayuda a la familia no tiene corazón, pero es que Salvador Illa, candidato del PSC en las próximas elecciones autonómicas de Cartaluña, soltó 5 millones por muestras covid a una asesoría fiscal sin empleados.
Esa bagatela, regalada a ‘Value and Bro SL’, es sólo una mínima porción de los 600 millones de dinero público que el entonces ministro de Sanidad de Sánchez repartió como confeti entre amigos, conocidos, socios y colegas.
También nos enteramos de que la Fiscalía Anticorrupción, esa que baila sumisa al son que toca Sánchez, tenía ya listo el mal llamado 'Caso Koldo' antes de las generales del 23-J, pero decidió frenarlo para evitar que el escándalo erosionará todavía más a los socialistas.
Y de que Rubiales, el de beso a a la futbolista Jenny Hermoso y las comisiones árabes de Piqué, tenía relación con Koldo, la mano derecha del socialista Ábalos, desde 2019.
Ignoro si que el padre de Rubiales hubiera sido alcalde socialista de Motril e imputado en la estafa de los EREs de Andalucía facilitó las cosas, pero salta a la vista -en lo que a malandrines se refiere- que el PSOE los cría y ellos se juntan.
Y sigue ahí, coleando, lo de Begoña Gómez, quien sin haber hecho una carrera o tener licenciatura alguna, hasta dirigió una cátedra en la Universidad Complutense.
Debió ser casualidad que se la otorgaran los genuflexos directivos académicos pocos meses después de que su marido se convirtiera en presidente del Gobierno, tras una moción de censura apoyada por los proetarras de Bildu y los golpistas catalanes.
Como también fue fruto del azar, según ‘El País’ y los periodistas-masajistas de la ‘Brunete Pedrete’ que toda empresa que tuvo el detalle de financiar con generosidad las actividades de la mujer del jefe del PSOE, recibió sustanciosas subvenciones oficiales y contratos de postín.
España es así… damas y caballeros.
No hay día en que merced a los guardias civiles de la UCO y a la esforzada y persistente labor de la docena de periodistas asilvestrados, que se niegan a engordar amarrados al pesebre de La Moncloa, no afloren nuevas tropelías, mangancias y sinvergonzonerías del PSOE y sus compinches.
Hoy sale que Ximo Puig, ahora flamante Embajador del Reino de España ante la OCDE pero durante ocho años presidente socialista de la Comunidad Valenciana, pagó con cargo a nuestros impuestos desde el alquiler del chalé de uno de sus hermanos, hasta el reportaje fotográfico de la boda.
Habrá quien diga piadoso que quien no ayuda a la familia no tiene corazón, pero es que Salvador Illa, candidato del PSC en las próximas elecciones autonómicas de Cartaluña, soltó 5 millones por muestras covid a una asesoría fiscal sin empleados.
Esa bagatela, regalada a ‘Value and Bro SL’, es sólo una mínima porción de los 600 millones de dinero público que el entonces ministro de Sanidad de Sánchez repartió como confeti entre amigos, conocidos, socios y colegas.
También nos enteramos de que la Fiscalía Anticorrupción, esa que baila sumisa al son que toca Sánchez, tenía ya listo el mal llamado 'Caso Koldo' antes de las generales del 23-J, pero decidió frenarlo para evitar que el escándalo erosionará todavía más a los socialistas.
Y de que Rubiales, el de beso a a la futbolista Jenny Hermoso y las comisiones árabes de Piqué, tenía relación con Koldo, la mano derecha del socialista Ábalos, desde 2019.
Ignoro si que el padre de Rubiales hubiera sido alcalde socialista de Motril e imputado en la estafa de los EREs de Andalucía facilitó las cosas, pero salta a la vista -en lo que a malandrines se refiere- que el PSOE los cría y ellos se juntan.
Y sigue ahí, coleando, lo de Begoña Gómez, quien sin haber hecho una carrera o tener licenciatura alguna, hasta dirigió una cátedra en la Universidad Complutense.
Debió ser casualidad que se la otorgaran los genuflexos directivos académicos pocos meses después de que su marido se convirtiera en presidente del Gobierno, tras una moción de censura apoyada por los proetarras de Bildu y los golpistas catalanes.
Como también fue fruto del azar, según ‘El País’ y los periodistas-masajistas de la ‘Brunete Pedrete’ que toda empresa que tuvo el detalle de financiar con generosidad las actividades de la mujer del jefe del PSOE, recibió sustanciosas subvenciones oficiales y contratos de postín.
España es así… damas y caballeros.
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