Matías vive obsesionado con su muerte y manda construir su propia tumba. Su compadre le gana la tumba en un juego, pero después se conmueve y se la devuelve. Matías muere de un ataque y el presidente municipal envía sus cenizas con dos hombres que desatarán tremendo enredo antes de dejarlo descansar en paz. La única ambición de un jugador es ganar dinero.