Los mosqueteros de la erección
  • el año pasado
Madrid, 12 abr (efesalud.com). “Se levantaba de la cama y decía que ya no valía para nada”, contaba a EFEsalud una mujer del estado físico y psicológico de su marido… Hasta que ambos fueron a la consulta de un cardiólogo: la disfunción eréctil se quedó en la camilla y la pareja se fue silbando una canción de amor camino de su dormitorio.

La disfunción eréctil (DE) es la incapacidad de obtener y mantener la erección del pene, órgano sexual masculino formado por un tejido esponjoso y vasos sanguíneos.

El pene, conectado al hueso púbico, por encima del escroto, contiene dos cuerpos cavernosos y uno esponjoso que ocupan todo el órgano, normalmente recubierto en su totalidad por el prepucio.

Los cuerpos cavernosos, que atrapan la sangre, están rodeados por una membrana, llamada albugínea, que ayuda a sostener la erección. Cuando estos cuerpos cavernosos se llenan de sangre, durante la excitación, se alcanza la rigidez.

En cambio, si los músculos del pene se contraen para detener el flujo sanguíneo y dirigirlo hacia los canales de salida, la erección se revierte; es decir, se ha llegado al clímax de la excitación.

Este tejido esponjoso no solo contiene músculos lisos y tejidos fibrosos, sino que, además, envuelve el conducto uretral, cuyo orificio externo se localiza en la punta del glande.

La disfunción eréctil se diagnostica cuando es recurrente durante seis meses o cuando el problema de erección acontece una vez cada cuatro encuentros sexuales.

“Pero no debemos preocuparnos demasiado por un gatillazo inoportuno”, destaca el Dr. Carlos Macaya Miguel, catedrático emérito en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y experto mundial en cardiología intervencionista.

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